Una de mis citas favoritas de Mafalda es la compartida como imagen de esta columna, de hecho Mafalda no dice un ápice, más bien Susanita enarbola el sentir de aquellos que más tienen y gozan de compartirlo con el desvalido…

Cualquier parecido con la realidad frenética que estamos viendo instalada en el zócalo capitalino es mera coincidencia…

Las fundaciones en nuestro país comparten a pie juntillas: “A mí también me lastima el alma ver gente pobre, créeme […]” Cuando escuchamos esta conversación en esos desayunos patrocinados por las fundaciones que dirigen y donde pueden aleccionar a sus amigas con algunos millones menos , pero que han pagado caro su acceso al festín para decidir a cuál bolsillo irán a parar los fondos recolectados, a que empresa en quiebra sacaran del lodo y evadirán impuestos, en qué destino turístico será la reunión próxima, es vomitivo.

Esos banquetes de señoras donde como bien lo dice Susanita “Hay rollo, pavo, lechón y todo eso […]” Las asociaciones aquellas que sirviéndose del dinero público se paraban el cuello y adornaban sus salas con medallas y doctorados honoris causa humanitarios… Esas asociaciones que llegaron a construir complejos exquisitos para invitar al artista del momento y amenizar sus tertulias, orgías, bacanales, esas mismas que ahora lloran amargamente y marchan, bueno, marchan sus empleados, para exigir al gobierno en turno les regrese sus antiguos privilegios…

Esas fundaciones caritativas que gastan sus platos de dos mil pesos para regalar despensas de frijol con gorgojo… “Para poder comprar a los pobres harina, sémola, fideos y todas esas porquerías que comen ellos”; Grande QUINO y sus sesudas reflexiones en contra de la ultraderecha rapaz y es por eso que causa gracia ver tanto analfabetismo funcional, citando a Tatiana Clouthier, todos a la muerte del creador de Mafalda sacaron a relucir sus mejores frases, pero… ¿Alguna vez entendimos realmente lo que el genio nos quiso compartir?

En un planeta sumido en el caos, donde sobrevivir parece haberse convertido en el único pensamiento, la pandemia política va superando a la pandemia por covid, aunado a la pérdida de libertades, el sentirnos vigilados a cada paso, los ojos acusadores si no portas la mascarilla convertida en bozal nos ha generado una histeria colectiva, vemos en redes buscar culpables utilizando las filiaciones políticas, ello dice mucho de nuestra capacidad de raciocinio y discernimiento, culpar por los miles de muertos al Presidente Andrés Manuel o al Dr. López-Gatell me resulta no sólo descabellado sino ignorante…

Vivo en el Estado de México, el transporte público sigue su marcha a toda hora, lleno obviamente de la clase trabajadora, muchos de ellos no portan mascarilla, ¿No debiéramos caer por racimos de ser cierta su premisa? Pasarán muchos años antes de enterarnos de la realidad… Parafraseando otra vez a Susanita “Soy una convencida de que la gran mayoría de la gente que es pobre no lo hace por maldad…” Ella se refería a algo totalmente distinto, estoy de acuerdo… pero seamos claros, ¿Quién no tiene una Susanita en su vida?

La historia nos enseña suficiente, en cada vuelta de esquina podemos encontrar señales, quizás no somos afectos a poner mucha atención… también puede pasar que nuestro historiador o referente de cabecera valga una pura y dos con sal, ahí si la puerca torció el rabo e iremos derecho al despeñadero… y en éste párrafo me refiero al intento de historiador que pretende convertir el zócalo en hoguera para quemar a los morenistas, de plano, ya no le den de beber esas cosas…

En cada crisis buscamos líderes que indiquen el camino a seguir, el encontrar uno adecuado dependerá de lo que traigamos cargando, con ello hará sintonía el discurso elegido como un espejo, buscaremos que refleje aquello que nos haga sentir bien, si nos sentimos despojados y el grito enardecido nos conmina a recobrar aquello que creemos perdido, así haya sido mal habido, a ese líder seguiremos, sin importar que la realidad nos recuerde que estamos mal…

Es la única explicación que encuentro ante semejantes demostraciones y equívocos realizados en las marchas que en los últimos días hemos presenciado; Decía Sócrates: “El poder es un bien para el que lo tiene”… con esto podemos entender el porqué de la turba frenética, enardecida y de algunos falsos profetas vituperando… Tratando de recobrar lo que ellos creen les arrebataron.

La realidad nos lleva a tomar bando queramos o no, en algún momento tenemos que decidir cuál queremos ser… ¿Mafalda o Susanita?