Si no se logra vacunar a la mayoría de la humanidad, jamás lograremos regresar a la normalidad.
Desde que comenzara la carrera para desarrollar las vacunas contra el Covid-19, gobiernos y organizaciones alrededor del mundo exhortaron a que las patentes, en muchos casos desarrolladas total o parcialmente con dinero público, fueran totalmente libres.
Esto es simple sentido común: si no se logra vacunar a la mayoría de la humanidad, en países ricos y pobres, jamás lograremos regresar a un semblante de normalidad como la que existía en el 2019. Tan sencillo como eso.
Los Estados Unidos, hasta ahora había sido uno de los opositores -junto con oligarcas como Bill Gates-, de liberar las patentes de las inoculaciones ante organismos como la Organización Mundial de Comercio (WTO, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, luego de una fuerte campaña de presión liderada por países severamente afectados por la pandemia, como Sudáfrica y la India, el gobierno de los Estados Unidos ha dado pie a que dejen de aplicarse restricciones a la manufactura de las vacunas.
Pese a que el apoyo de Estados Unidos a esta medida es importante, no es una garantía de que la liberación de las patentes sea adoptada a nivel mundial.
La Unión Europea también ha puesto trabas a esta decisión y el autoproclamado “experto” en vacunas y pandemias, Bill Gates, es un férreo defensor de los “derechos de autor” en medio de una pandemia que ha costado la vida de millones de personas.
Lo interesante aquí es que un gobierno que tiene niños enjaulados en la frontera con México y que se niega a dar seguridad social a sus ciudadanos, esté tomando en este caso una actitud más progresista que la del “filántropo” Bill Gates. Así las cosas.