Entre la contaminación y el Covid, esa es la realidad de los habitantes de Mexicali, capital de Baja California.
Además de una posición privilegiada, junto al Río Colorado y rodeada de tierra fértil, Mexicali también cuenta con varias peculiaridades geográficas, como el encontrarse en un valle bajo el nivel del mar y su posición fronteriza, que han vuelto a la ciudad la más contaminada en toda América.
El giro de Mexicali de una región agrícola a una “ciudad industrial”, aunado a los nulas aplicaciones de estudios de impacto ambiental en las 3 desastrosas décadas de gobiernos panistas han convertido el aire de la que otrora era una ciudad tranquila y saludable en un caldo de cultivo mortífero que causa, de acuerdo a cifras del 2019, cientos de muertos prematuros a causa de la contaminación de partículas PM 2.5.
En el transcurso de la “mañanera” de este martes, la periodista Zeltzin Juárez cuestionó a la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, sobre este tema.
La propia magistrada, que actúa en representación del convaleciente presidente López Obrador (quién seguramente no se perdió la mañanera) señaló que desconocía el tema, pero que instruirá a autoridades estatales y federales, en específico las relacionadas con el medio ambiente, a que atiendan este tema.
Espero, como cachanilla de corazón, que se tomen medidas rápidas en el asunto, ya que estudios que datan del inicio de la pandemia señalan que regiones fuertemente contaminadas e industrializadas como lo son Wuhan y Bérgamo presentan más complicaciones en sus pacientes de Covid-19 que los de otras regiones.
Mientras se toman cartas en el asunto, los mexicalenses seguiremos padeciendo de una pandemia doble: la de la contaminación de empresas irresponsables como Zahori y la vidriera y la del nuevo coronavirus.