Diego fue una pelota, una caprichosa pelota, que rodó por el mundo. Su figura redondita no pudo ser alcanzada por los mejores defensas del planeta, quienes nunca entendieron la viveza de sus giros y rebotes, sus saltos repentinos, su forma de recorrer los campos más lindos… Esa bolita, ese baloncito se parecía a veces a un ser humano; cuando el sol lo adornaba era el balón más fantástico, era siempre nuevecito, como de juguetería, pero no podía evitar la sombra obscura de su humanidad, sus rebotes también caprichosos en los excesos, su rodar por los lodos más malolientes de las drogas.

Maradona fue la pelota que rompió esos vidrios, de las ventanitas perfectas de la FIFA, para mandar fuertes mensajes contra la corrupción, los arreglos económicos y los negocios de los más altos dirigentes, eso que NADA tiene que ver con el hermoso fútbol, pero que TANTO interviene en su organización profesional.

Maradona fue también ese balonazo transgresor que incomodó al poder político, por sus posturas sociales, siempre desde la izquierda, “zurdazos” transgresores como tenían que ser.

Diego Armando seguramente llegó rodando hasta la ingeniería de los juegos de video, para facilitarles a los programadores, poder crear los movimientos esenciales que ahora son rutina en el FIFA y en el PES, fue casi, casi, uno de los modelos para construir las jugadas fantásticas que presumen los gamers. El máximo ejemplo, el inolvidable segundo gol contra Inglaterra en el Mundial de México en 1986.

Maradona fue en esa forma “balónica” curvas de rating en la Televisión Mundial, acordes musicales hasta de canciones pop que redondeaban estrofas con su nombre. Estrambóticos episodios de la cultura pop.

Fue una pelota que se burló de la disciplina atlética y los estándares futbolísticos del buen jugador promedio. Bastaba una de sus genialidades para terminar celebrando los muchos campeonatos que cosechó.

Maradona fue una pelota y su forma será eternamente recordada, incluso sin saberlo el mundo del fútbol, ante cada minuto de silencio que en cada juego inmediato a su muerte le rendirán como tributo, se asomará en las carátulas de los cronómetros su apariencia de pelota en el recorrer del segundero del reloj, completando el círculo de los sesenta segundos, dibujando a ese esférico, a ese Diego, a esa pelota que esencialmente en el fútbol se fue sin mancha.

@fdezeric