El tema de la despenalización de la marihuana no era una cuestión de si iba o no a suceder porque definitivamente ocurriría, la duda era cuándo y en qué sentido se establecería. Ambas respuestas fueron despejadas ayer jueves por el Senado de la República, al aprobar el dictamen por el que se expedirá la Ley Federal para la Regulación del Cannabis que regulará el cultivo, producción, distribución, venta y consumo para uso lúdico. La despenalización viene como anillo al dedo a quienes les generará un lucrativo negocio, pero quizá venga también acompañada de un importante problema de salud en una sociedad excesivamente influenciable, con altos índices de adicción a los refrescos azucarados, a la cocaína, y al tabaco, y que le cuesta atender normas, teniendo el ejemplo más claro en la pandemia, cuando la cifra de decesos ha superado los 100 mil, y aún así continúan las reuniones y fiestas clandestinas, las visitas a sitios concurridos y no se termina de entender la importancia del uso del Cubrebocas.
Será interesante ver en la práctica cómo se desahoga este asunto que sin duda genera gran polémica; pues en tanto muchos celebran la acción como un avance para el país, otros consideran se queda corto el tema por los términos en que se aprobó el dictamen y unos más reprueban enérgicamente la acción.
Pero tarde o temprano se tenía que dar esta despenalización. Ya existía un camino recorrido en este sentido y era solo cuestión de tiempo.
Entre los pasos adelante que había dado México hacia la legalización, no podemos soslayar que en noviembre de 2018 La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió como inconstitucional prohibir el consumo recreativo de la marihuana y estableció jurisprudencia a seguir en el tema. “Todo comenzó porque un grupo de ciudadanos pidió a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que les diera un permiso para sembrar y consumir marihuana recreativa, sin fines de lucro. La Cofepris, única institución capaz de expedir un permiso de tal naturaleza, les contestó que no. Se solicitó un amparo, y la Suprema Corte decidió que negarles el permiso equivalía a violar su derecho a la libre determinación de la personalidad. Este proceso se repitió ocho veces en febrero, más que suficiente para generar “jurisprudencia”; es decir, que de ahí en adelante todas las cortes federales tendrían que fallar en el mismo sentido. Además, se abrió un periodo, que terminaba en septiembre, para que los legisladores pudiesen ajustar las leyes necesarias para garantizar el libre uso recreativo de la marihuana. Y aunque el fallo de la corte es histórico, no contemplaba la “comercialización” del producto, ni su uso medicinal.
No está demás mencionar que este fallo de la Suprema Corte dejó sin validez los artículos de la Ley de Salud que prohibían actividades relacionadas con el uso personal o consumo de cannabis, entre ellas sembrar, cultivar, cosechar, preparar, poseer y transportar.
En cuanto al uso medicinal, desde 2017, el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto despenalizó el uso de la marihuana con fines medicinales, de manera que en teoría ya era legal, pero en la práctica, acceder a un permiso de exportación de las medicinas es virtualmente imposible.
Algunos opinan que la Cofepris simplemente no estaba preparada para afrontar ese proceso, y que el gobierno se apresuró a la despenalización para uso medicinal sin contar con el diseño institucional adecuado. En parte ha sido así, pero también ha influido que los “Lineamientos” publicados a finales de 2018, tuvieron que ser revocados por la Secretaría de Salud por un tema arancelario y porque no sólo contemplaban su uso medicinal, sino también su inclusión en bebidas y alimentos chatarra.
La despenalización de la marihuana había contado con el visto bueno del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien desde la campaña presidencial esbozó en varias ocasiones el punto posicionándose a favor de la despenalización para uso lúdico y recreativo, y luego en etapa de transición, justo antes de que tomase posesión el nuevo gobierno, la nombrada -en ese entonces- para fungir como Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se pronunció en el sentido de que el Gobierno de AMLO una vez entrara en funciones impulsaría las reformas necesarias para darle vida a la legalidad, a la permisibilidad, para darle uso a la mariguana con fines lúdicos, medicinales y científicos. Sanchez Cordero se convirtió en una de las principales figuras pugnando por la despenalización.
Mencionaba Enrique Gomez Orozco, editor del diario AM, que, “En México la marihuana ya no es un problema delicado, salvo las muertes que provoca entre narcotraficantes su tráfico y venta ilegal. Mientras aquí ponemos los muertos, en Estados Unidos ‘gozan’ y se ríen como idiotas con los efectos del cannabis.
El problema tiene otro nombre: cristal. Un producto sintético que se vende en fábricas, escuelas, bares y centros nocturnos.
Su consumo espanta porque está metido ya en la economía de miles de familias que lo distribuyen y consumen.
El daño que causa es enorme, por su potencia y la mezcla de químicos. Las tragedias son tan terribles que duele contarlas. Sólo diremos que producen alucinaciones, esquizofrenia y neurosis”.
A ello habrá que agregar que cuando los derivados del opio como la heroína fueron demasiado caros para su consumo masivo, entraron los chinos y los mexicanos con el fentanilo. Más barato y poderoso que cualquier otra droga”, desplazando a otros productos como marihuana y heroína como las principales fuentes de financiamiento de algunas organizaciones criminales y convirtiéndose en una de las preocupaciones más grandes para los gobiernos de México y los Estados Unidos de América”.
La preocupación para no pocos padres de familia es que la marihuana es la iniciación a las drogas de muchos jóvenes que enseguida pasan a probar drogas más fuertes y dañinas.
Pero habrá que esperar a conocer, luego de que el dictamen sea aprobado en la Cámara Baja, los detalles finos, las letras chiquitas, y ojalá venga acompañado de una campaña de información, prevención y concientización, para que no se interprete como una invitación a consumir la hierba en un México que como ya decía, le cuesta atender límites y reglas.
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