La revista Time publicó ayer la lista con las 100 personas más influyentes del mundo. Cómo no recordar la sorpresa que causó la publicación de Time hace poco más de un año, al presentar a Peña Nieto como redentor o personaje de The Avengers, con la estridente frase de ?Saving México?, aquella polémica portada generó mayormente indignación, aunque no faltó quién se sintió fascinado. Un par de meses después no figuró dentro de las 100 personas más influyentes, este año también ha quedado fuera. Fue en el 2013 cuando ocupó un lugar en la lista, su descripción; inteligente y carismático. El hijo predilecto de Atlacomulco vivía sus quince minutos de fama.
Quedan preguntas y dudas en el aire, sobre cómo fue que consiguió escalar hasta la primera plana, ¿publicidad pagada? o será que de plano la revista se fue con la finta del producto, el personaje mediático, la imagen confeccionada para atrapar electores que en lugar de propuestas buscan un modelo ?aspiracional?.
Lo del Time ocupa un lugar en lo anecdótico, una maldición para el presidente, ya que después de ese hecho, sobre su gestión se vinieron cientos, miles o millones de cuestionamientos, tomando en consideración a todos los ciudadanos que están (estamos) en desacuerdo. Su nivel de aprobación cayó (y seguirá cayendo) a la velocidad de Baumgartner, demasiado rápido para un período tan corto de tiempo, EPN no alcanza la mitad del sexenio y ya puede presumir índices extraordinarios de rechazo, supera incluso al abyecto Vicente Fox y al gris Felipe Calderón. Los medios internacionales que en su momento lo magnificaron hoy lo exhiben como omiso, sin rumbo y débil, así lo hizo The Economist a principios del año en un texto feroz y preciso, titulado El pantano mexicano.
Sobre su baja popularidad, el gobierno afirma que no trabaja para colgarse medallitas ni para obtener logros personales, lo anterior es una mentira, la percepción positiva influye de manera favorable en el entorno, genera mejores expectativas, da mayor confianza a los diferentes sectores y fortalece las decisiones que toma el ejecutivo para alcanzar su proyecto de nación.
Las malas calificaciones de Peña Nieto sugieren que el gobierno está en crisis y en consecuencia también su partido; el PRI, sin embargo, no es así, según lo confirman algunos sondeos, de cara a las próximas elecciones, el tricolor obtendrá la mayoría de los votos. Este suceso confirmaría su dominio en el ámbito electoral, su habilidad para consolidar el voto duro, mediante dádivas, la administración de la ignorancia, el control mediático y la anulación de los insatisfechos moviéndolos hacia los terrenos de la indiferencia, la apatía y el abstencionismo.
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