El poder efímero que te dan los medios y el dinero te hacen creer que solo tú tienes la razón, el absolutismo dibujado en cada comentario o intervención es manifiesto, vociferar, elevar el tono de voz, utilizar la retórica como arma, creer que insultar es criticar, que la agresividad es signo inequívoco de audacia periodística, la lucha de egos poniendo sobrenombres a quienes intentas desacreditar creyendo que con esto atraerás crédulos a tu nuevo club cual polillas encandiladas ¿Cuánto dura ahora el efecto hipnótico?
Hablar de respeto a la mujer mientras acaricias lascivamente a una fémina en paños menores frente a una cámara, mientras la cosificas y estereotipas con vestuarios degradantes, no sólo es hilarante, sino hipócrita y manipulador. Así como manipular mentes infantiles con programas que incitan al consumo de productos chatarra, de estupefacientes de imágenes sexuales en horarios clasificados para menores.
Llamar “delincuentes” al gremio estudiantil que no tuvo la fortuna de nacer en cuna de oro y poder costear escuela privada no es correcto, como tampoco lo es demeritar el logro de alguien que piensa diferente a ti, suponer que un colega es chayotero basándote en tu experiencia, suposición y recorte del ingreso a tu presupuesto tampoco es válido…
Así como tampoco vale esconderse tras una nariz, el sarcasmo, la ironía amplificada, la fuente, el dinero o amigos dentro del poder que te pasan información trasquilada y la moldeas para golpear.
El inexplicable y desubicado complejo de superioridad que hemos visto en periodistas, actores y dueños de los medios masivos de comunicación en los últimos días de nuestro México ha rebasado por mucho las expectativas que teníamos en el 2020, con todo y pandemia. El nivel cultural y raquítico vocabulario no dan más que para contestar con memes y frases descalificando, la señal con valor, el valor periodístico o político que alguna vez ostentaban los especímenes que están pasando por su memoria quedó en el pasado, su realidad es la runfla de pelafustanes ardidos y dolidos ante la pérdida de privilegios.
La solvencia, cultura, el conocimiento del dato preciso se ha perdido. En algún momento ocurre la metamorfosis, comenzar a descalificar a los más odiados del país fueron el gancho para ganar adeptos, después nos dimos cuenta que las críticas no eran al poderoso que hacía mal las cosas, no, eran al contrario que le ganaba escaños a quienes mantenían gorda tu cartera.
Mareado por el fantasmagórico poder, se fueron perdiendo al grado de auto convencerse de las mentiras que sin empacho creaban, muchos fueron víctimas de la cámara utilizada como arma con golpes bajos y material manipulado la única misión de aumentar rating, nunca importo la verdadera investigación, mucho menos la prueba fehaciente o confiable, “el que pega primero pega dos veces” al paso del tiempo vimos tus diferentes disfraces y dependiendo quien era el pagador era el golpe y a cada golpe asestado el ego inflado a grados insospechados le han llevado a levantar dedo acusadoramente convirtiéndote en fiscal y juez transformándose definitivamente, para tener cabida en tu gremio hay que pasar de ser un inteligente comentarista noticioso, un periodista de investigación traspolando información a libros-novela, a un simple patán, que grita, señala y vocifera.
Aquí no importan los argumentos ni las razones, solo imponer ideas, clasistas, misóginas y xenofóbicas. No es el momento de debatir quién tiene razón o no, ese no es el punto.
El punto es que ya no hay consciencia de lo que se manifiesta; pérdida total de perspectiva (y de auto observación) convertidor de periodismo en vil comentocracia. ¿Por qué envenenar a los medios con tus frustraciones? Ojalá sea posible otra metamorfosis, que regreses al tiempo de información veraz y oportuna, de la buena sátira política, que casi equivalía a leer un buen libro, escuchar tus disertaciones e invitar al debate limpio, muy bueno sería quizá que, de repente nos invites a pensar y sentir.
Sabemos que es casi imposible, estas infectando de odio a tal grado que solo buscas quien siga tu legado de ambición, desprestigio e intolerancia… y pensar que en algún momento muchos te admiramos, muchos creíamos que sería la contraparte del monopolio en medios, redes, noticias…
Las letras anteriores no llevan destinatario; todos en algún momento hemos admirado a quien desde nuestra perspectiva nos mostró nuevos horizontes, nos enseñaba la verdad o al menos un atisbo de ella, de la misma manera a todos en algún momento el ídolo de barro terminó desecho ante la pertinaz lluvia de la verdad.
La avalancha de información diaria nos obliga a decantar y buscar entre líneas la verdad que queremos descubrir.