Veracruz, estado corroído por la violencia y azotado por el crimen, volvió a ser mudo testigo de una matanza de inocentes cuya única “transgresión” fue asistir a una fiesta de cumpleaños el viernes. Trece asesinados, entre ellos un bebé de un año, es la tragedia que embarga a todo México y que ha vuelto a señalar a Veracruz como tierra sin ley.
Sin ley ni justicia
Desde hace más de un mes, en esta misma columna, se señaló que Veracruz desde Duarte, pasando por Yunes, ha visto cómo se ha incrementado la violencia. Se ha llegado a cifras apabullantes de personas eliminadas por el crimen.
El gobernador veracruzano, Cuitlahuac García, se encuentra en una batalla con su Congreso (todos de la misma filiación partidista) y con su fiscal general, Jorge Winckler (legado de Yunes). Así sin ley, pero tampoco con justicia, Veracruz reportó un alza en homicidios dolosos en este trimestre y no se tiene claro cómo esa desgracia pueda disminuir en los próximos meses.
Cuitláhuac no se ha enterado de la dimensión de la hecatombe, al grado que el sábado signó en un comunicado: “… a pesar de la política de indolencia y brazos caídos de la Fiscalía General del Estado. En el Veracruz de hoy no habrá impunidad”. En lugar de trabajar de forma conjunta con dicha instancia, prefiere pelear internamente. Con ello demuestra que en la entidad no hay gobernante que asuma su responsabilidad.
Epigmenio Ibarra
En un arrebato de defensa descabellada (que será contraproducente), Epigmenio compartió en Twitter: “… Masacres como la ocurrida hace unas horas en Minatitlán van más allá de provocar miedo a nivel regional, buscan tener un impacto político nacional. El régimen corrupto está detrás del aumento exponencial de la violencia.”
Cierto, no se puede desaparecer la violencia en cuestión de meses, pero como simple recordatorio, el régimen actual es de las filas de Morena. A peor: a nivel municipal, estatal y federal. Si su propuesta es implicar a los gobiernos pasados, si bien en ellos hubo una violencia rampante, hoy los culpables de la matanza de Mitatitlán son el crimen organizado y es responsabilidad del gobierno en turno hacerles frente. No entenderlo, solo ayuda a dispersar los esfuerzos y la unidad que deberíamos tener en estos momentos como sociedad y país.
La 4T y el riesgo del naufragio
En el mismo artículo antes citado se mencionaba que de seguir la escalada de violencia en Veracruz se podría ver comprometida la mayoría legislativa de Morena en el Congreso de la Unión en el 2021 y sin lugar a dudas, dicho partido perdería este estado en el 2024. Frente a esa crueldad inaudita (matar a un bebé a quemarropa es ser maldito), y actuando como EPN en Ayotzinapa, esto es, sin pedir perdón en el momento de la tragedia, Andrés Manuel puede que no sólo enfrente un Congreso sin mayorías o vea cómo se pierde Veracruz. En una de esas también naufraga su proyecto político.
La matanza de inocentes, perpetrada como se dio en Minatitlán, muchas veces impacta al ejecutivo federal, aunque él no haya tenido nada que ver de manera directa. Tan es así, que se observó ahora en redes con el #AMLOrenuncia.
Ya sea por un movimiento verdadero o por medio de bots, esto hubiese sido impensable apenas hace casi 5 meses cuando Andrés Manuel tomó protesta como presidente. Es muestra de cómo una crisis tan mal llevada le afecta a un gobernante tan sobrepasado por la realidad cómo lo es Cuitláhuac.
Son como sepulcros blanqueados
Es cierto, es imposible pensar que en cuatro meses todo cambie. Como imposible suponer que teniendo el 70% del territorio nacional en manos del crimen (según el propio semáforo delictivo del gobierno federal), las cosas mejoren en Veracruz. Los resultados, aun con la guardia nacional, tardarán en notarse. La potencia del crimen que ha crecido durante los dos últimos sexenios no se puede frenar de golpe.
Pero todo lo anterior no es ápice, para renegar de la parte donde ya inciden las políticas de seguridad por parte del gobierno actual. Negarlo sería, además de una falsedad, una inmoralidad.
Andrés Manuel, en un tuit del sábado, sin hablar de la tragedia en Minatitlán, afirmó que: “… la doctrina de la derecha es la hipocresía. Son como sepulcros blanqueados”. Más allá de lo desafortunado de su comentario, pues no menciona a Minatitlán, se apodera de todos una tristeza infinita, un desahucio absoluto, al ver cómo los sepulcros se siguen amontonando en nuestra patria, sin justicia para sus muertos.
Los sepulcros no son blancos, están manchados de sangre inocente, los sepulcros ni aun blanqueados maquillan la violencia rampante; la muerte con su dentadura blanca, es lo único que sobresale entre tanta vida segada.
Urge el trabajo en equipo y dejar de culpar a unos y otros. México nos requiere unidos, sin adversarios, solo así, disminuirán los sepulcros, los muertos, el luto incesante…