México atraviesa en silencio un gran problema de salud pública. Al mismo tiempo en que nuestro país tiene la tasa  más alta de obesidad  en la OCDE, somos el país que mayor número de liposucciones se realiza.

El asunto es que el auge de la medicina estética también le ha abierto la puerta a las clínicas "patito", o sea, sin certificaciones; y a pseudomédicos que practican procedimientos sin tener todo el conocimiento necesario para hacerlo, provocando daños en la salud de los que aspiran a verse mejor.

La medicina estética es una especialidad reconocida por la SEP. El problema es que desde el año 2012, el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas A.C. (Conacem), que jurídicamente es una simple asociación civil, es la única organización facultada para certificar a los especialistas en el país. Desde que la reforma entró en vigor ha sido criticada, pues funciona a través del cobro por certificado, sin mediar una prueba de conocimientos y sin la obligación de exhibir título expedido por una institución educativa. Además, ha sido señalada por la falta de transparencia en los procesos de certificación de sus agremiados.

A partir de las modificaciones a la Ley General de Salud aplicadas en 2011, se reconoce al CONACEM como un órgano auxiliar de la Secretaría de Salud, pero el efecto real de esta reforma consiste en otorgar un monopolio exclusivo a este comité para validar los estudios de especialización mediante sus certificaciones.

El gremio de médicos asegura que esto ha  violado los principios de libertad profesional y de libre competencia, ya que se deben de pagar altas cantidades por una certificación que no garantiza la especialidad de sus miembros. Además, la Asociación no pertenece a la Dirección General de Profesiones ni a la Secretaría de Salud, lo que vulnera la certeza jurídica de este mecanismo.

Al día de hoy, no existe legislación que regule los procedimientos de la CONACEM para emitir sus certificaciones, tampoco hay claridad sobre la cantidad exacta que se debe pagar para obtener el visto bueno, lo que genera falta de transparencia en el uso de los recursos económicos que se generan derivado de los 47 Consejos de Especialidades Médicas que se integran en el Comité.

Así funciona la salud en el país de los compadres: unos  estudian por varios años en universidades y luego, para poder ejercer una especialidad, deben contar con el aval de una organización monopólica para certificarse, así lo dice la Ley Federal de Salud en su artículo 81.

Otro de los problemas generado por dejar en manos de particulares el tema de la certificación es el de la corrupción y los “especialistas” que ni siquiera son médicos.

Hay 15 médicos “patito” por cada médico cirujano titulado

Lo que significa que 15 personas se someten a riesgos de muerte por cada una que se opera con un verdadero especialista. El cálculo es altísimo.  

Según datos de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica y Estética, el  5% de las cirugías estéticas a nivel mundial se hacen en México, la liposucción es la operación más famosa y al menos 500 mil personas se han sometido a una cirugía estética en nuestro país.

¿Privatización de la salud?

En razón de que la CONACEM no está regulado por alguna ley ni hay criterios para su integración, se dice que se está privatizando el otorgamiento de certificaciones, creando una grave afectación a los profesionistas de la salud, porque no basta sólo con que estudien su especialidad, si “el club de Toby” no los certifica, nunca podrán ejercer. Y aun los que no estudien, podrían pagar por su certificado.

Lo más extraño en este caso es que la Dirección General de Profesiones dependiente de la SEP, solicita la opinión de la CONACEM cuando un especialista tiene interés en certificarse, lo que subordina a un ente público a una asociación civil, y dejando claro que no importa el título, diploma o el conocimiento del que aplica, sino sus buenas relaciones con el Comité.

Un negocio que a veces mata

El régimen fiscal que tienen las Asociaciones Civiles tiene un carácter especial, pues esta figura no paga impuestos sobre las cantidades que reciben como “donaciones”. Según Jesús Juárez, doctor y activista de la organización “México Unido. Médicos Libres”, una certificación cuesta entre 10 mil y 25 mil pesos. Cantidad sobre la que no se paga impuestos, y sobre la que tampoco hay información de cómo se use.

Sin duda, se genera un negocio muy redituable para quien maneje el Comité Normativo Nacional de Consejos de Especialidades Médicas, CONACEM.

Los médicos por todas estas razones, piden “Fuera CONACEM”, así como la reforma a la Ley General de Salud que haría que fuese el Estado y no un particular quien otorgue las certificaciones a los especialistas, basados en los títulos académicos y no en las amistades.

Lo grave es que durante todo el tiempo que la CONACEM siga al mando de esta materia, las personas que sueñan con verse más bellas corren el riesgo de toparse con un pseudoespecialista que las deje literalmente en los huesos.