Guillermo Anaya tomó la decisión de retirarse de la política al estilo Mariano Rajoy "me aparto, pero no me voy", para dedicarse por completo a su familia y a su despacho jurídico, después de perder la senaduría el 1 de julio. El fenómeno AMLO —admite— modificó el escenario en todo el país. Morena ganó los escaños de mayoría con Armando Guadiana y Eva Galaz. El fracaso del PAN en Coahuila ha sido mayúsculo. Por primera vez en los 18 últimos años no tendrá representación en la Cámara alta. Para el exalcalde de Torreón la derrota es todavía más dolorosa, pues perder 61 mil votos con respecto a la elección para gobernador lo dejó fuera del Senado.
El asiento de primera minoría lo ostentará Verónica Martínez, hechura de los Moreira, sobre todo de Rubén, una de las diputadas cómplices de la megadeuda. Entre las elecciones para gobernador de 2017 y las federales de este año, el PRI tuvo un retroceso marginal. En el mismo periodo, Morena, por el fenómeno AMLO, registró un crecimiento exponencial: pasó de 151 mil votos a casi medio millón, un aumento mayor al 300%.
Anaya llegó agotado a los comicios de julio, y acaso también desmoralizado. La campaña para gobernador y el conflicto poselectoral resultaron desgastantes —dice—. Por otra parte, niega haberse confiado. “Al PAN le va mal cuando la elección es de tercios”, advierte. La fórmula de Morena ganó con el 36.2% de los votos; el PRI recibió el 32.4% y el PAN el 28.7%. Sin embargo, los argumentos del político lagunero y la aritmética no explican el fracaso de Acción Nacional, a pesar de sus triunfos en los distritos I (Piedras Negras) y V (Torreón). La ciudadanía castigó la corrupción del PRIAN, la impunidad y la soberbia de sus líderes y gobernantes.
Sobre Anaya se han contado mil historias: desde su enriquecimiento a la sombra del poder hasta su presunta relación con el narcotraficante Sergio Villarreal, el Grande, por haber sido cuñado de una hermana suya. El panista ganó una demanda por difamación a la revista Proceso en relación con ese caso. Villarreal, expolicía estatal y federal, perteneció al cartel de los Beltrán Leyva; en 2012 fue extraditado a Estados Unidos. Anaya es acusado por sus detractores de negociar en secreto con Humberto y Rubén Moreira.
“Al contrario”, replica, “durante 12 años, los Moreira fabricaron y pagaron campañas en los medios y en las redes para desprestigiarme. A nadie atacaron tanto como a mí. Fui el primero en denunciar la megadeuda y exigir justicia. Era un peligro para ellos, pues los hubiera metido a la cárcel; por eso decidieron robarse la elección”. Coahuila demanda investigar la deuda, reparar el daño y castigar a los culpables. El PAN debe ser sensible a ese clamor y, desde el Congreso, responder a la ciudadanía —apunta.
Durante la entrevista con el bisemanario "Espacio 4", en un café de Torreón, las personas que identifican al excandidato a gobernador —“ahí está Memo”— se detienen y lo saludan. Anaya quizá ya no regrese a la arena electoral ni a las lides partidistas. “La política es demasiado demandante y exige sacrificios. Es cierto, nadie entra a ella por la fuerza, pero quien más sufre por las ausencias y las presiones es la familia. Ahora podré dedicar más tiempo a mi esposa, a mis hijos y a mis padres. En mi despacho tenemos nuevos proyectos, y el país, con la alternancia, abre nuevos horizontes. Seguiré en el PAN y ayudaré cuando se me solicite”.