Mi reciente mensaje de WA con Waldo Fernández fue el domingo: “Habrá sorpresas muy pronto”, me escribió. No soltó prenda. Lo demás es historia, le pedí narrativa para un artículo, se negó. ¿Una entrevista?, prefirió a El Norte (Reforma en la Ciudad de México). En Nuevo León todavía hay políticos que creen que ese periódico es la referencia, se equivocan, Multimedios, a través de Milenio, pero sobre todo a través de Canal 12 y los informativos de radio, dominan el mercado de la información. Más importantes que El Norte son Televisa, TV Azteca-El Horizonte y Grupo Radio Alegría-ABC. Si Waldo no tocó base con esos medios, se equivocó.

¿Por qué renunció Waldo a la Oficina Ejecutiva del Gobierno de Nuevo León y a la representación nuevoleonesa en Ciudad de México?

Porque al lado de Jaime Rodríguez Calderón, gobernador del estado, su carrera política estaba contaminada. El Bronco es tóxico. Waldo Fernández, en su Plan A, quiere ser gobernador, en su Plan B, alcalde de Monterrey. ¿Independiente?, imposible. ¿Por Morena? Si y sólo si se mantiene Yeidckol Polevnski en la dirigencia, lo cual está cada vez más difícil.

Waldo ha aprendido, a golpes de vida, a ser un buen ser humano. Si un sustantivo lo define es inclusión. Ni medias ramas ni leña caída. Si el Bronco pudo respirar en su gobernanza y en su administración, fue por Waldo. Fernández trajo los recursos que el Bronco no pudo: Presa Libertad, vagones del Metro, trenes fuera de la ciudad.

Ya lo he dicho, que se dé de santos el Bronco si termina su sexenio. Jaime Rodríguez Calderón ha sido un desastre. Ganarle al desastre del exgobernador Rodrigo Medina de la Cruz debe ser la medalla al fiasco, al fracaso. Sostengo que el último gobernador con visión de estadista fue José Natividad González Parás, ahí están las evidencias. Y, sin embargo, pensó más en el PRI que en Nuevo León al escoger a Medina. No tendríamos el fracaso en la vida pública si el gobernador hubiese sido Abel Guerra o Ildefonso Guajardo. Asegunes de por medio…

Waldo Fernández tiene una excelente relación con el Grupo de los Diez, Ocho o Doce, quienes aportan dinero, mucho, a las campañas. Ha trabajado de la mano con ellos. Su frescura política y sus relaciones públicas le ayudan. Es un tipo amable. No basta. Hay demasiados tiradores y tiradoras. Alguna vez coincidí ideológicamente con el empresario Ismael Garza T., convenimos en que en Monterrey no somos hijos de la cultura del esfuerzo, nuestra genética nos bautiza con la cultura de la competencia. Como decía el clásico regio: quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que oiga y si no… ¡que consulte a un otorrino!