Diversos analistas coincidieron que uno de los ejes centrales del discurso de Andrés Manuel López Obrador fue lo antisistémico, y en ese tenor hizo suyas las oposiciones a las reformas energética, hacendaria y educativa; y en la recta final de su campaña, contra el Nuevo Aeropuerto Internacional para la Ciudad de México.   De ahí que los grupos sociales contrarios a dichas políticas y acciones gubernamentales se alinearan a su candidatura y en días pasados han comenzado a exigir respuestas al próximo grupo gobernante, abriendo un nuevo frente, el de las movilizaciones, que en las dos alternancias presidenciales no lograron resolver y terminaron por lanzarse en su contra.

Los temas no son nada fáciles. En los foros de pacificación las organizaciones pro víctimas de la violencia han reiterado su oposición al “perdón” como vía para acabar con la inseguridad, el magisterio disidente descalifica el coqueteo con el SNTE gordillista y la consulta sobre la reforma educativa y los grupos opositores al NAIM preparan movilizaciones contra la consulta y la actitud “poco claro” del próximo presidente electo. Hasta ahora, las protestas sociales no se han presentado y se percibe la “luna de miel”, pero las condiciones pueden cambiar si las respuestas del próximo presidente no son de la satisfacción para los movimientos sociales que rebasan a sus propios líderes.

Las amenazas de una escalada de movilizaciones de grupos organizados para protestar por cualquier cosa y en montarse en cualquier agenda, en la actual coyuntura de ascenso un gobierno despierta muchas preguntas: ¿Está preparado el grupo político de Andrés Manuel López Obrador? ¿Cuáles son los caminos que tienen los movimientos sociales en México? ¿De qué manera afectarán a MORENA como un partido que en gran parte se nutrió de éstos? ¿Qué pasará con dos nuevos tipos de movilización social que se manifestó e influyó en las pasadas elecciones: las redes sociales y la “insurrección social” de los grupos delictivos?

En los últimos años, los movimientos sociales han  tenido varias orientaciones:

*La irritación social ha llegado a niveles intolerantes; lo mismo provocan bloqueos de carreteras y oficinas públicas, que los ciudadanos afectados hagan justicia por propia mano.

*La violencia en las protestas sociales cada vez es más recurrente, con varios muertos de por medio.

*Los bloqueos tienden al  extremismos hasta la toma de arterias principales o de ciudades y centros históricos, como ocurrió en Oaxaca e incluso el “megaplantón” del 2006.

*Una situación diferente en origen y fines, son los “narcobloqueos” o narco protestas, que también alteran el orden social, el tránsito libre por carreteras y autopistas, y en general, la movilidad urbana donde se manifiestan.

*Los movimientos aprovechan el fantasma de las represiones del 68 y el 71, que se impone sobre las autoridades de cualquier nivel y les impide hacer uso legítimo de la fuerza. De ahí que el esquema utilizado luego de la toma de la UNAM de 1999 se mantenga vigente para operar en cualquier institución de educación pública.

*Las banderas de lucha son cada vez menos explicables en la medida en que los objetivos terminan por perderse, tanto en lo ideológico como en lo pragmático. Las posiciones maximalistas impiden cualquier avance y la cultura de la derrota es imponente en cuanto frente se presenta.

*Las protestas sociales son una mezcla de muchos intereses y modus operandi. La clase política en ascenso no sabe cómo conducirse ante actores que están acostumbrados a los esquemas de negociación que tenían con el viejo régimen y esa es una parte de la realidad que no ha querido cambiarse, ni con los dos sexenio del PAN ni el saliente priismo de Peña Nieto.

*Ahora, en el terreno de las redes sociales, el esquema de movilización se hace más anónima, más irritante y aprovecha cualquier descontento para atizar vía las llamadas “fake news” a la población.

*Y lo más delicado, “una insurgencia criminal” que con estructura organizativa y recursos que le permiten ejercer un control territorial de facto, mediante la violencia y el apoyo de bases sociales, con el objetivo de consolidar y acrecentar sus actividades ilícitas.[1]

[1] Para mayor profundidad, se recomienda leer: https://mxsecurity.blog/2018/08/18/insurgencia-criminal-en-mexico-la-disrupcion-que-viene/