De Juárez, decía Jesús Urueta, es imposible hablar pretendiendo separar al hombre del mito, a la historia de la leyenda; pues ambas son una y la misma cosa. De alguna manera, la necesidad de científicos y liberales porfiristas por legitimar su hegemonía a partir de un ancestro común, creó una tradición en nuestra cultura política que hizo del ?Benemérito de las Américas? la figura más importante del panteísmo nacional y el ideal del ?buen gobernante?.

Los gobiernos posrevolucionarios continuaron la tradición y, mientras mayor fue su alejamiento al programa social de la Revolución, mayor fue su necesidad por encontrar en las figuras del pasado un vínculo espiritual que legitimara simbólicamente su poder. Juárez volvió hacer el favorito para cumplir dicha labor, porque simbolizaba justamente todo lo que el régimen de PRI no tenía: legalidad, austeridad republicana, libertad de expresión, Estado de derecho, etc.

El PRI de hoy ni siquiera se preocupa por hacer presente en su retórica el simbolismo e ideario de Juárez; para el nuevo PRI su recuerdo es incómodo,  estorba. La beta ideológica del liberalismo mexicano murió con Jesús Reyes Heroles y desde los ochentas, el único liberalismo que el PRI reconoce es el económico. El recuerdo de Juárez ha muerto, y lo poco que quedaba de su ejemplo, lo ha enterrado el gobierno de EPN con su actuar.

De Juárez se recuerda su lucha por suprimir los tribunales especiales y abolir los fueros militares y religiosos, pues tenía la firme convicción de que todos los ciudadanos éramos la iguales ante la ley.

Hoy, tristemente, quien no tiene los medios económicos o los contactos políticos termina en la cárcel sin importar que se haya faltado al debido proceso o se carezca de pruebas en su contra (como los más de 97,000 inocentes que actualmente están en cárceles mexicanas[i]). Pero si corres con la suerte de ser el ex presidente Carlos Salinas, y de que el presidente en turno te deba su cargo, no importa cuántas pruebas se tengan en tu contra, de igual forma puedes ser exonerado de enriquecimiento ilícito y gozar de todas tus propiedades adquiridas ilegalmente.

La imagen de Juárez es también símbolo de austeridad republicana. En su libro Apuntes para mis hijos menciona la manera ostentosa en que los gobernadores oaxaqueños solían vestir para distinguirse del resto de la sociedad. En cambio, Juárez optó por vivir en la modestia, en la sobriedad; era consciente de que en un país con tantas necesidades, la opulencia de los gobernantes era una ofensa. Pero a nuestra pareja presidencial eso le tiene sin cuidado, igual decidió comprarse una casa de más de 105 millones de pesos en un país con más de 60 millones de pobres, sin poder demostrar las fuentes exorbitantes de sus ingresos.

El tráfico de influencias, la impunidad y los conflictos de interés que han caracterizado a la administración, son una clara muestra de que a EPN el ideal juarista de la defensa de la legalidad y la probidad, son cosas que le han valido un reverendo comino. El colmo ha sido su propuesta al Congreso mexicano para ocupar el cargo de ministro de la Corte, órgano que presidiera el mismo Benito Juárez y cuya silla el ahora ministro Medina Mora se encuentra tristemente a años luz de llenar.

Lo peor, es que si en aquella terna hubiera estado escrito el nombre del Ciudadano Juárez o el de cualquier jurisconsulto respetable, de cualquier forma nuestros legisladores hubieran elegido al Sr. Medina, porque para ellos la justicia es una mercancía más que puede intercambiarse por favores políticos. Porque la reputación de un hombre que fue artífice de la guerra contra el narcotráfico de Calderón, que violentó los derechos humanos de trabajadores que se encontraban manifestándose en la siderúrgica Lázaro Cárdenas, que como Procurador decidió no actuar para investigar los casos de asesinatos y violaciones a mujeres en Atenco y que recibió un número exagerado de recomendaciones por parte de la CNDH, pesa más que la trayectoria y la honorabilidad de cualquier legislador con ética, juicio y responsabilidad.

¿Qué es la laicidad? Se pregunta Medina Mora, en realidad no le importa, porque como demostró al ser Procurador General de la República está dispuesto a sobreponer sus creencias religiosas al derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo. ¿Qué es la legalidad? Se pregunta Medina Mora. Tampoco le importa, porque decidió no ejecutar ninguna orden de aprehensión contra los agresores de la periodista y activista Lydia Cacho, ni tampoco investigó los casos de corrupción del exgobernador mexiquense Arturo Montiel cuando tenía la responsabilidad de hacerlo.

Es triste saberse en un país donde Juárez ha muerto, donde sus ideales son sepultados entre pactos de impunidad y tráficos de influencia. Claramente a Medina Mora hoy recibe su recompensa por haber tapado los crímenes de Estado cometidos por el gobierno de EPN en Atenco. Su puesto vale dos jóvenes asesinados, 207 personas detenidas y 26 mujeres torturadas y violadas sexualmente por elementos policiacos. Pero hay algo que EPN, Medina Mora, los 83 senadores que votaron por él como nuevo ministro y los 4 senadores de izquierda que se abstuvieron de votar, deben saber, y es aquella última frase que dirige Juárez a su carta a Maximiliano:

?Al hombre le es dado a veces atacar los derechos de otro, apoderarse de sus propiedades, amenazar las vidas de los que se atreven a defender su nacionalidad, hacer aparecer las más esclarecidas virtudes como crímenes y hacer resplandecer sus vicios como virtudes. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de los falsos y perversos, y esta es la sentencia tremenda de la historia. Ella nos juzgará?

[i]Manrique, 2011. http://mexico.cnn.com/nacional/2011/11/22/2000-millones-de-pesos-cuestan-al-erario-presos-sin-sentencia-expertos [Consulta, Marzo 2015]