Sí, hemos avanzado y roto paradigmas; hemos emprendido desde hace siglos una intensa lucha para abrirnos camino y defender nuestro derecho más elemental a la equidad en ámbitos sociales tan diversos como el educativo, laboral, artístico, científico, académico, deportivo, empresarial y también en la excluyente esfera política.
Sin embargo, es en esta última donde libramos quizá una de las batallas más intensas y definitivas por reafirmar el liderazgo y empoderamiento de la mujer.
A más de 60 años de que las mujeres obtuvieran el derecho a votar libremente y 35 años después de que Griselda Álvarez se convirtiera en la primera mujer en gobernar un estado del país, la participación política de la mujer en México sigue siendo producto de cuotas, negociaciones y en el mejor de los casos resultado de una simple moda o coyunturas políticas del exterior.
Prueba de ello es que desde 1979, cuando Griselda Álvarez asumió la gubernatura de Colima, sólo cinco mujeres más asumieron el poder ejecutivo en sus respectivas entidades; en el mundo la historia no es menos distinta, de 187 países reconocidos por la ONU sólo en 17 de ellos gobierna una mujer.
Los destinos de potencias económicas como Alemania, Reino Unido y Corea del Sur se encuentran hoy bajo la conducción de una mujer. De la misma manera, la máxima potencia económica y militar del mundo estuvo a punto de tomar con Hillary Clinton un salto al futuro.
Aun cuando los gobiernos en manos de una mujer son más la excepción que una regla, queda claro que la exclusión de la mujer no ayuda y mucho menos facilita la construcción de mejores gobiernos. Pese a ello, la responsabilidad de gobernar demanda no sólo mayor equidad sino principalmente capacidad.
Podemos explicar la derrota de Hillary con el dicho popular de que Estados Unidos y el mundo no estaban listos para ser gobernados por una mujer. Si bien es verdad que la discriminación y los prejuicios siguen siendo la principal barrera de las mujeres para acceder a posiciones de poder, lo es también alimentar una falsa idea de empoderamiento.
Aspirar a gobernar como una buena Primera Dama, como una Dama de Compañía, como quien lleva los pantalones en casa, siendo a veces cómplice de los desatinos y corruptelas del presidente en turno, o peor aún, siendo su instrumento para alcanzar una reelección disfrazada, en nada abona a un ideal de lucha de género basado en la inteligencia y no en el oportunismo.
Visto de esa manera, el empoderamiento de la mujer estaría destinado al fracaso, ese no es y no puede ser el camino para incentivar el cambio en los votantes.
Tampoco el prostituir la idea del feminismo para obtener la confianza de la gente, servirse de ella y traicionarla. Sirvan de ejemplo los casos recientes de Cristina Kirchner y Dilma Rousseff en Argentina y Brasil, respectivamente.
Usar al feminismo de estandarte partidista, a veces confundiendo la popularidad con legitimidad y explotando ánimos de venganza en una sociedad castigada por una fuerte crisis de representación de la clase política en México en nada contribuye a vincular a los gobiernos con sus representados.
Hace falta más que ser mujer; es tiempo de las mujeres sí, no cabe duda de ello. Las mujeres se han abierto espacio en todos los ámbitos de la vida social y económica, nada puede detener un avance indispensable para la plena libertad y ejercicio de sus derechos sin importar las asimetrías culturales y religiosas que persisten en el mundo occidental y con mayor peso en el mundo oriental.
Es momento de las mujeres en el poder, sí, pero de las mujeres con proyectos, con una idea clara de lo que México y el mundo requieren para transformarse y desterrar otras inequidades.
Mujeres con más respuestas que preguntas para la gente. Mujeres cercanas a quienes gobiernan, sensibles a sus problemas. Mujeres dispuestas a gobernar con austeridad y con una trayectoria íntegra en su actuación pública.
Mujeres con proyecto que se vuelvan líderes y no sólo piezas ornamentales del poder.
El 2017 marcará un parteaguas en este arduo proceso; habrá un antes y un después de la elección a gobernador o gobernadora en el Estado de México.
En el Estado de México hay mujeres valiosas cuya visión va más allá del género, con capacidad demostrada para gobernar con sensibilidad y suficiente conocimiento de la gestión pública y operación cotidiana de gobierno. Mujeres con raíces, que conocen a fondo las carencias y virtudes de su tierra, pero lo más importante, que han trabajado desde hace años para diseñar políticas que promuevan su crecimiento y desarrollo.
Es tiempo de las mujeres, no por ambición sino por un deseo real de cambio, no por obedecer las instrucciones de los partidos que la impulsan, sino por obedecer a quienes buscan representar.
Es tiempo de una mujer con proyecto, de una mujer cercana a la gente.
Es tiempo de las mujeres, claro que es posible.
Mónica Belén Hernández Bennettz
Twitter: @MONICATEPEC
Facebook: Monica Belén Hernández
Email: monicatepec@gmail.com