A mis editores les consta que escribo este artículo mucho antes de que se conozca el resultado de las elecciones nacionales del PRI, pero el asunto está tan “tamaleado” que no tiene ningún mérito decirles que el nuevo presidente de los despojos de ese partido para el período 2019-2023 es Alito, alias “Alejandro Moreno”.

Les ganó por abrumadora mayoría a sus “contendientes” -más bien “comparsas” que todavía no me explico cómo se prestaron a esta farsa- Ivonne Ortega Pacheco, gobernadora de Yucatán del 2007 al 2012 y Lorena Piñón Rivera, de tan solo 35 años de edad, veracruzana sin ningún palmarés político reconocido.

Les platico: El prestigiado académico José Narro se quedó en la orilla cuando ilusamente creyó -o alguien le hizo creer- que tenía posibilidades de dirigir a esa vetusta, caduca y corrupta olla de grillos que sigue siendo el PRI, salvo muy honrosas y contadísimas excepciones.

Al darse cuenta de que la elección suprema del partido al que perteneció durante 46 años estaba siendo manejada desde el Palacio Nacional, les aventó el bat, no se esperó a que lo poncharan y se quitó el uniforme tricolor enfrente de toda la fanaticada.

Usando el argot del deporte favorito del presidente, el mánager de la escuadra Morena es quien estuvo mandando siempre las señales que ayer culminaron con la elección de un jugador que se dio el lujo de renunciar a una gubernatura para irse a dirigir un partido que estará al modo de quien maneja los hilos de México con un poder inaudito.

Es cierto lo que Narro dijo en su momento: Claudia Ruiz Massieu, la mánager de la novena tricolor, vendió el partido a cambio de sabrá el Dios de Spinoza qué favores.

Y el que ahora es el nuevo mánager de ese partido, el tal Alito, se presta a dirigir a un equipo que tiene como único propósito, servirle de palero al mandón en los escenarios ejecutivo, legislativo y judicial.

Antes de que Narro tirara la toalla, otro que sigue siendo priista quién sabe hasta cuándo, “El Negro” René Juárez, gritó “foul” cuando estando dentro de la contienda por el puesto de mánager del tricolor, se dio cuenta de que las órdenes no las estaba dando la mánager Ruiz Massieu, sino el del equipo contrario.

Uno de los más influyentes coaches del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, apoyó a Narro en sus acusaciones de que el “juego” de su equipo contra el poderoso rival, fue una farsa entreguista de uno a los pies del otro.

El mismo Narro -animado por tanto apoyo- llegó a decir que el mánager López Obrador le pasó la señal de bateo libre a Alito, en el lanzamiento que éste conectó de jonrón.

En otras palabras, el juego entre los equipos de México -jugando con la franela morena- contra el de los tricolores, estuvo siempre bien tamaleado.

Narro tiene amigos y simpatizantes a su causa en todos los estados del País, que juegan -todavía- dentro de las filas del equipo tricolor.

Va a ser interesante ver qué derrotero toman esos cuadros distinguidos del tricolor ante lo que está sucediendo, pero sea cual fuere su decisión, todo parece indicar que el nombre del juego para el PRI es servir como caja de resonancia ante los designios del mánager de beisbol más poderoso que ha visto México en su historia.

Ahora sí, ¿quién es el nuevo presidente del PRI nacional?

Después de que en sus primeros años vivió en una zona proletaria de Campeche, Alito reside ahora en la Colonia Lomas del Castillo de esa ciudad, donde tiene su mansión de $46 millones de pesos, que fue construida después de que fueron devastados miles de metros cuadrados de jungla.

Su meteórico ascenso económico se dio en menos de 10 años, desde que comenzó a ocupar puestos de elección popular.

Vecinos suyos en esa zona que es la más privilegiada de la capital campechana. Son varios de sus colaboradores y empresarios que se hicieron ricos ganando concursos y licitaciones a modo durante sus cuatro años de gestión como gobernador. Incluso en la misma calle de Alito -uno a 550 metros y el otro a kilómetro y medio- viven dos conocidos constructores, uno con fuertes nexos en Monterrey.

Dentro de las mismas guaridas priistas se habla quedito y fuerte, que Alito fue cilindreado por gente muy cercana al presidente para que se animara a dejar la gubernatura y dirigiera al PRI, a sabiendas de que el 2020 es el año de las campañas con miras a las elecciones intermedias del 2021.

Gente de su mismo círculo cercano se anima a decir que los compromisos del nuevo presidente del PRI no tienen nada qué ver con el fortalecimiento del partido, sino todo lo contrario.

Su plan de trabajo consiste en hacerlo girar como satélite alrededor del partido hegemónico y lo interesante será ver la reacción que tendrán sus llamados “cuadros distinguidos” ante este entreguismo político.

Lo cierto ahora es que todos aquellos priistas que siguen deshojando la margarita para saber si en las próximas elecciones se alinearán a los dictados de su partido o cambiarán de aires, en esta fársica elección encontrarán elementos más que suficientes para hacerlo ahora, antes de que otros se les adelanten.

CAJÓN DE SASTRE

“Espérate tantito, porque a lo mejor resulta que los más colmilludos encuentran en Alito el medio para afianzar sus posiciones ante el mandamás de Morena… y del México político también”, advierte la irreverente de mi Gaby.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.