“La belleza es el resplandor de la verdad, y como que el arte es belleza, sin verdad no hay arte”

Frase inscrita en la lápida de la tumba de Antonio Gaudí

Hablar de uno de los mejores arquitectos del mundo no es fácil, porque su obra es atemporal, cargada de símbolos y por ende, de las más variadas interpretaciones.

¿Se puede leer una obra arquitectónica? Gaudí pensaba que sí, desde múltiples esferas y consideraciones. Coincido con él: una construcción y un libro tienen más en común de lo que algunas personas pudieran suponer. Ambos están sujetos a múltiples interpretaciones, que dependen del nivel cognoscitivo, espiritual e intelectual del sujeto que lee la obra y, por supuesto, sus autores develan en las mismas su particular visión del mundo y de las cosas. Una vez concluidos, ni los libros ni las obras arquitectónicas pertenecen más a sus autores, sino a quienes las viven a través de ellos. 

Por sus referencias al naranjo de antimonio,los caduceos, tortugas, salamandras, dragones, toros, árboles de la vida, piñas, cruces de cuatro brazos, serpientes enroscadas en cruces , algunos autores sostienen que el genio español era alquimista. Por supuesto, su exacerbado catolicismo echa por tierra esta teoría, sin embargo mantiene la premisa anterior: también hay alquimistas de las palabras, como Ramón Llull, paisano de Gaudí.

Formas de ver

¿Es posible entonces aprender a mirar, comprender e interpretar el mundo a partir de los otros y no desde nuestra limitada esfera o ámbito de acción? Sí y esta afirmación no es nueva. Lleva algunos miles de años, de hecho. Recientemente, Kuhn ha afirmado que un paradigma es un modelo, sí, pero representa también la postura desde la cual alguien asume e interpreta la realidad, es una forma de ver y esta situación se puede resumir en la sabia frase popular: “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Esa, es una de las mayores herencias que padres y maestros podemos legar a los que nos rodean,  independientemente del placer por el descubrimiento que sólo se encuentra en los viajes, en la apreciación de la historia viva y en los libros.

Para algunas personas, las catedrales son monumentos construidos en honor al miedo de la gente, para otras, son la casa de Dios. A través de la historia de la Arquitectura, es fácil comprender que en las catedrales se evidencia un tipo de arquitectura al servicio de los poderosos, aunque no siempre fue ni ha sido así.

Florencia, Italia

En la plaza de la Santa Cruz, descubrí con asombro una de las incongruencias más grandes de la fe promovida a través de la Iglesia. La Basílica de Santa Croce, se construyó sobre las ruinas de la iglesia erigida por los seguidores del monje que sería beatificado por predicar la pobreza como una vuelta a los valores originales de la doctrina cristiana: San Francisco de Asís. Hecha originalmente de madera y piedras, está ahora recubierta de los mármoles más finos, en un alarde de ostentación innecesario dentro de los cánones del santo más humilde de la iglesia católica, pero indispensable para los mercaderes y hombres de Estado del lugar.

Cada capilla, iglesia y catedral del mundo, corresponde a un tiempo y lugar determinado y debe ser estudiada en ese contexto: la Catedral de México, Notre Dame, la Sixtina, etcétera. Sus formas, materiales de construcción y hasta la orientación de la construcción es hija de su tiempo.

En este artículo, estimado lector, es mi interés mostrar a usted una de las obras maestras de la arquitectura religiosa : El Templo Expiatorio de La Sagrada Familia en Barcelona, obra realizada por el genio español Antonio Gaudí, para quien el gótico era un arte imperfecto, porque no había nada de natural en sus formas, que debían ser siempre un reflejo de la naturaleza. Por eso, al principio de su labor, fue duramente criticado por quienes no podían comprender cómo un occidental hablaba de construir a partir de la observación de los árboles, los panales de abejas, los nidos de los árboles y las piedras...eso era (y sigue siendo) demasiado zen, femenino, oriental.

Y es que esa es precisamente la línea de trabajo del arquitecto español. El templo es considerado un bosque, un ser viviente, un vegetal. Caminar por el templo es sentirse inmerso en un bosque cuyos troncos, árboles y ramas forman parte de un entramado vivo. En ese sentido, Gaudí fue más un artesano que un arquitecto, pero mientras en occidente esto rebaja una obra, para los orientales, el genio español había llegado al Satori: la iluminación, pues había abandonado la técnica para tomar en sus manos la creación de su propia visión del mundo, la luz y el espacio.

El tema de la luz no es menor en el artista. Él decía que ésta debía ser perfectamente calculada, más como matemático que como diseñador: "demasiada luz tiene el mismo efecto que la ausencia de la misma: dejan ciego a quien contempla"

 

 El caso de Gaudí y el Templo Expiatorio de La Sagrada Familia

Barcelona conquista a quien la estudia, la vive y la disfruta, pero siempre hay un sentimiento de orfandad de parte del extranjero, pues la denominada globalización allí no ha hecho más que exacerbar los regionalismos. El sentido de pertinencia de los locales y el orgullo por su tierra, su lengua y su gente es evidente. Gaudí no fue ajeno a ello.  Algunos de sus biógrafos afirman que sus cuatro pasiones fueron la arquitectura, la religión, la naturaleza y el amor a Cataluña[i].

La historia de la ciudad es apasionante. Cuenta la leyenda que fue fundada por Hércules, en el trayecto a su 9o. trabajo en el Jardín de las Hespérides, en busca de los frutos del árbol de la vida. Por supuesto, este hecho no pasó desapercibido para Gaudí, quien representó el naranjo de antimonio (elemento esencial de los alquimistas) en la finca de la colonia Güell.

Sin embargo, Gaudí no era iniciado, ni masón, ni rosacruz, illuminati, prior ni pertenecía a ninguna sectas conspiratoria DanBrownista y a pesar de que sus biógrafos cuentan que en algún momento de su vida fue claramente socialista, lo cierto es que fue un católico devoto, dedicado en cuerpo y alma en sus últimos años a las obras de La Sagrada Familia. Murió como asceta, en la más absoluta pobreza. Cuando el 7 de junio de 1926 fue arrollado por un tranvía, nadie supuso que se trataba del gran arquitecto, todo parecía indicar que era un indigente más de la ciudad. Cuentan los propios que los amigos de Gaudí, cuando lo veían venir en la calle, disimuladamente cruzaban la acera, porque sabían de antemano que les pediría recursos y donaciones para poder terminar el templo. De ese tamaño era su compromiso personal con la obra; se consideraba él mismo un misionero con una gran misión. 

 ¿Cuántas generaciones de Arquitectos han sido inspiradas por este genio español? La respuesta que pudiera parecer obvia, cobra pertinencia si atendemos al hecho de que no ha habido antes de él, nadie que pudiera asemejarse y no ha nacido todavía quien esté a la altura de su genio y de su obra, que para muchos sigue siendo un misterio. Y aquí en México nuestros referentes son más cercanos a Barragán y Lloyd Right que a Le Corbusier o Gaudí. Algunos de mis maestros todavía están inmersos en el debate forma-función y otros en el costo-beneficio. ¿Cómo emular a Gaudí si ninguno de sus edificios cumple regla urbanística alguna? Nada está justificado en relación a los estándares curriculares aplicados por las escuelas de arquitectura.

Aquí le presento a usted, estimado lector, una serie de fotografías tomadas de la exposición permanente que se encuentra anexa al Templo, donde se estudian las fuentes de las obras del artista: la naturaleza misma.

¿Usted qué opina, estimado lector?

[i] http://www.youtube.com/watch?v=4MoKFPVvhRE