Andrés Manuel López Obrador salió igual de “mecha corta” que otro presidente y advirtió que se acabaron la simulación y las medias tintas y que llegó el momento de definirse a favor o en contra de la “transformación del país” que él propone.
El apostar por dividir al país y confrontar al pueblo por estar a favor o no de la 4T, lo único que indica es estar en contra de México.
La situación actual pone en evidencia un importante grado de desesperación ante el fracaso de las acciones del gobierno que se traducen en un empobrecimiento del pueblo, inseguridad sin precedentes, inversiones detenidas, caída de la economía, descontento e infelicidad de la gente.
Todo este discurso y llegar al grado de presionar para fijar una posición de estar a favor o en contra de la 4T y del propio AMLO, viene sembrando una semilla de odio pocas veces vista en el México moderno que ha trastocado no sólo a las diferentes organizaciones y expresiones políticas, sino que incluso, se da entre amistades y familias enteras, se ha normalizado la confrontación entre hermanos y parientes y se refleja en el miedo por expresar una posición política.
Lamento mucho que esta sea la estrategia ante el fracaso de las acciones del gobierno y producto de la idealización espiritual de los líderes unipersonales.
México es una sociedad plural, rica en cultura y expresiones muy distintas y todas ellas deben tener cabida en una nación democrática.
Dividir al país entre un AMLO o un Alfaro, entre un Krauze o un Epigmenio Ibarra para que nos digan lo bueno y lo malo, es impedir la expresión democrática de una nación, la cual debe estar sustentada en la igualdad, y en un legítimo Estado de Derecho.
Estaremos a favor de un líder siempre y cuando sus objetivos sean:
1. Un verdadero Estado de Derecho, donde los ciudadanos, todos, seamos iguales ante la ley. Que no exista una división entre norte y sur del país, entre ricos o pobres, judíos o evangélicos. Que prive la ley sobre las ideas de las personas o de los gobernantes.
2. Con respeto por las Instituciones y no por líderes de caprichos.
3. Con contrapesos autónomos, sin dedazos y compadrazgos ni mucho menos líderes mesiánicos.
4. Que priven la transparencia y las responsabilidades no las influencias.
Mi lado está con México, estimado compañero, presidente y camarada Andrés.
La división y el “tomar partido” es golpismo al país, venga de quien venga.