Los titulares de la marcha de las mujeres, sobre todo en la prensa de la Ciudad de México, son un verdadero acto vandálico. La cobertura no fue sólo informativa, estuvo editorializada al criminalizar la justa manifestación, la justificable indignación de la protesta. Los falomedia condenaron, desde la sociedad “falocrática” que padecemos, la horizontalidad de una liberación femenina siempre en marcha, nunca acabada.
A las portadas me remito:
Reforma: "Protesta, furia y vandalismo"
La Jornada: "Estalla furia en marcha contra la violencia hacia las mujeres
El Sol de México: "Se sale de control marcha feminista"
El Universal: "Violencia tiñe marcha de las mujeres"
Excélsior: "Otra vez, la violencia se impone en marcha"
Milenio: "Marcha por equidad de género termina en vandalismo"
¿Y las causas? ¿Las violaciones? ¿El feminicidio? Coincidencia fatal: prensa fifí y prensa de izquierda se alían al vandalizar informativamente la marcha #NoMeCuidanMeViolan. Adjetivos y sustantivos de los titulares son amarillistas, inexactos. Y esa maldita coincidencia: furia, vandalismo, violencia... Mercachifles de la noticia, los falomedia se olvidan de lo importante: la furia, el vandalismo y la violencia que se ejerce cotidianamente contra las mujeres.
Irónico, lo describe muy bien José Francisco Villarreal en www.lostubos.com:
“Desde días antes, una gran cantidad de varones capitalinos estaban enterados que, durante la marcha contra la violencia de género, las mujeres iban a estar armadas con purpurina rosa. Una intimidante arma de destrucción masiva que seguramente puso a temblar la virilidad de más de uno. ¡Claro! No hay nada peor para la dignidad de nuestras gónadas que su bravío portador se exhiba manchado por esa castradora sustancia… ¡Y rosa! ¡Que abominación!
“Pero… ¿iban dispuestas a agredir? Definitivamente sí. Un ataque planeado con purpurina rosa (o de cualquier color) no encaja en una marcha pacífica. No hay ataque pacífico. Ahora que, ¿iban dispuestas a dañar a personas, o a propiedad privada o pública? No. Tal vez, si acaso, exhibir su terror, su indignación, ante un hecho tremendo que la autoridad y los medios soslayan, una verdadera masacre que deja a Patrick Wood Crusius como un mediocre terrorista de párvulos.
“Así que, por más que las consignas y el orden de la manifestación intentaran mantener el control, la razón misma de la protesta, el terror, la indignación, la impotencia, tenían sus propios detonantes preparados. La masa es difícil de manejar, y basta una chispa mínima para que todo se salga de control. Sobre todo si se infiltran vándalos profesionales, que son especialistas en desvirtuar hasta una peregrinación a la Basílica. Los conocemos. Tienen una larga historia y, por lo visto, mucho futuro. Algunos les llaman ‘anarquistas’, pero sólo son mercenarios (y nos asombramos del terrorismo doméstico y del supremacismo blanco en EUA).
“En las imágenes de actos vandálicos (sí, fue vandalismo, no hay otra manera de nombrarlo), noté hombres embozados. Durante años he visto otras marchas con sujetos así haciendo prácticamente lo mismo: detonando la violencia en actos pacíficos. No dudo que algunas de las marchantes se contagiaran de esa violencia y la ejercieran por su cuenta. Es fácil manejar a las masas, corromper las consignas, sobre todo cuando la manifestación nace y se expresa desde las emociones.”
¡Pobres vidrios, pobres escaparates, pobres patrullas! ¡Pobre Falo-ángel de la Independencia, tan violado por las mujeres vandálicas! ¡Pobres pozos petroleros bloqueados y saboteados por Andrés Manuel López Obrador en 1996! ¡Pobre Muro de Berlín vandalizado en 1989! ¡Pobre Jorge Carpizo que fue impugnado por Claudia Sheinbaum y el CEU de la UNAM!
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida: Ahora las protestas son provocaciones... ¿De qué lado están los vándalos?