Hasta hoy, podían apodarle "el sobreviviente".
Joaquín López Dóriga aguantó 16 años. Sobrevivió el desprestigio de Televisa y muchos otros medios tras el fraude electoral de 2006. Sobrevivió al horror de ser parte de ese aquelarre oficialista llamado “Tercer Grado”. Sobrevivió a la percepción de un amplio sector de la población de que fue parte de una trama mediática para imponer a un “telepresidente” en el 2012. Sobrevivió al ridículo mundial del “Juay de rito”. Sobrevivió a acusaciones de todo tipo, incluyendo una de la señora María Asunción Aramburuzabala, quién señaló a su esposa Teresa Adriana Pérez Romo por intento de extorsión y al empleado de la televisora por “su porquería”.
A lo que no pudo sobrevivir es a la fuerte crisis que actualmente acusa Televisa. Una crisis económica y de relevancia.
No es un secreto que el negocio de Televisa está en crisis. Citando datos de El Universal: “La utilidad neta de Televisa disminuyó al reportar mil 987 millones de pesos al cuarto trimestre de 2015 comparados con los 2 mil 662 millones de pesos (mdp) del mismo trimestre de 2014, lo que implicó una baja de 25.4%”. Están prendidos los focos rojos en la empresa de Emilio Azcárraga Jean.
Y esto es sólo la punta del iceberg de la inmensa crisis económica por la que atraviesa la televisora. Mientras que sus altos directivos se codean en parrandas con la crema y nata de Hollywood y Miami, al público mexicano cada vez le interesa menos su acartonada oferta de telenovelas, programas de concursos y fútbol. Bajan los ratings y por ende, los ingresos provenientes de la publicidad.
Hasta las Chivas Rayadas del Guadalajara decidieron que este era el momento de abandonar ese barco, importándoles poco el prospecto de un “veto” de la televisora. El equipo propiedad de Jorge Vergara percibió tan débil a Televisa que decidió probar suerte transmitiendo sus partidos por otros medios, principalmente vía Internet.
La otra crisis de Televisa es una crisis de relevancia entre las nuevas generaciones, principalmente entre los “mileniales” y la llamada (tentativamente) Generación Z. Para ellos, López Dóriga es un personaje ya no digamos antediluviano, sino prehistórico. El “teacher”, a estas alturas de su vida útil, difícilmente atraerá nuevos espectadores. Su público se le “hizo viejo”, por decirlo de alguna manera.
Los mileniales y las generaciones que le siguen se informan tanto por redes sociales como Twitter y Facebook como por apps aún más nuevas, como Snapchat, que ya cuenta con una selección de contenidos de diversos medios e historias en vivo y otras enfocadas en video como lo son Youtube, Vine y Periscope. Y eso sin tomar en cuenta lo que viene, que es la realidad virtual y la realidad aumentada. Los mileniales ya no esperan a ver que telenovela aparece en el “Canal de las Estrellas”, sino que buscan contenidos on-demand en Netflix o videos hechos con menos recursos de producción, pero con mucha más creatividad, en Youtube.
López Dóriga se va del noticiero por el desgaste natural de 16 años en el mismo, es verdad, pero también por su creciente irrelevancia entre los nuevos públicos, para quien no es referencia, o que simplemente, no lo ubican, ni siquiera lo conocen. Y esto difícilmente cambiará con la introducción de personajes como Loret de Mola o Denisse Merker en la titularidad del noticiero. No cuando para las nuevas generaciones, las "noticias" son sinónimo de sus feeds de Twitter, Youtube, Snapchat o Facebook, y no de un acartonado personaje que aparece de lunes a viernes a las 10:30 de la noche en el Canal 2. A los mileniales, López Dóriga y sus sucesores les importan un carajo, excepto (quizás) para los chistes y los memes.