Este año podríamos poner un árbol de Navidad en el que las esferas, las luces y las figuras fueran personas, fueran vivencias, fueran los amigos o las amigas que más queremos. Podríamos colgar nuestros logros, lo que hicimos bien, nuestras frases favoritas, nuestro esfuerzo, todos nuestros deseos, nuestros aciertos, nuestras ilusiones, las buenas noticias...
Si así fuera ¿cómo sería nuestro árbol, qué nombres estarían?
¿Cuál sería la esfera más brillante? Seguramente nuestro árbol tendría luz propia, estaría lleno de amor, porque realmente lo que más vale en la vida somos las personas y lo que hemos sido o lo que hemos vivido.
Quizá nosotros también seamos importantes para alguien, quizá hemos dicho alguna palabra de esperanza, o hemos ayudado a solucionar algo, tal vez hemos perdonado o hemos hecho algo por los demás. Es por eso que nosotros también podemos ser una luz o un ángel y formar parte del árbol de Navidad de alguien. Todos podemos hacer que la Navidad sea una realidad para el que no tiene esperanza, para el que no cree más en la vida, para el que le ha sido difícil sobrevivir a las circunstancias por las razones que sean. Solamente así podremos ver las velas, las luces y las esferas con una sonrisa, sabiendo que en cada luz y en cada estrella, hay una semilla de una vida que no ha sido en vano.
Estando seguros que la única luz real es la que brilla dentro de nosotros, la misma que ilumina nuestra vida y hace latir a nuestro corazón. ¡Buen fin de semana!