Nymphomaniac es la última producción del polémico cineasta danés Lars von Trier. Aunque fue estrenada en diciembre de 2013 en Dinamarca, llegó a México en marzo de 2014, durante el Festival de Cine de la Riviera Maya. Caracterizada por la veracidad de sus escenas, un reparto integrado por una treintena de actores, y una gigantesca duración -la versión sin cortes del primer volumen consta de cinco horas y media-, dejará a más de uno confundido y extrañado.
Este filme cuenta la historia de Joe (interpretada en su juventud por Stacy Martin, y en su adultez por Charlotte Gainsbourg), una adicta al sexo que, después de ser golpeada en un callejón, es hallada por Seligman (Stellan Skarsgard), un hombre soltero y de edad avanzada, a quien narra, mientras cura sus heridas, los ocho capítulos que componen su vida.
Lars von Trier retrata en Joe a la mujer. Que sea ninfómana o no, es asunto secundario cuando entendemos que su mayor pecado, fue querer colores más espectaculares del atardecer, pero ¿qué significa esto? Seligman nos da la pista: nadie se horrorizaría, si un hombre abandonara a su familia por buscar placer, o tuviera una infinidad de amantes. Con otras palabras: cualquier hombre que llevara la vida de Joe, sería catalogado como un campeón, mientras que una mujer, como puta.
Querer colores más espectaculares del atardecer es querer más de la vida, y la vida no es más que sensación. Al creer Joe que lo que deseaba era incorrecto, su historia se volvió tortuosa y llena de culpa; el autorepudio era inminente. El mundo la llamó pecadora y la orilló a seguir sus mandamientos: sé buena, pura y casta; sé femenina, dulce y frágil… sé mujer.
Joe carga el lastre de un orden paternalista, el cual le ha negado su cuerpo y su placer; la ha oprimido… la ha castrado. Es todas las mujeres que dan un paso más allá, que se atreven a vivir y explorar su sexualidad, pero que al hacerlo, son juzgadas sin misericordia. Aparentemente es aceptable que un hombre abandone a sus hijos, pero ¿una mujer? ¡Jamás!
Nymphomaniac es una película visceral y sin remordimientos, no apta para débiles de estómago. Cuestiona nuestra moral y el papel tradicional de la mujer; reta nuestras más profundas creencias y convicciones; eriza de horror la piel de quienes creen que la mujer no desea ni goza del sexo: nos enseña, finalmente, que la sociedad es la inmoral, no la ninfómana.
Twitter: @Manuel_Apaez169