Hay una frase muy elocuente que resume el estado emocional de los votantes en nuestro país.
"A diferencia de otros países, en México el sistema electoral se fundó sobre la base de la desconfianza"
Lorenzo Córdova, Presidente del INE.
La frase se produjo en una muy elocuente conversación con el ex ministro José Ramón Cossío.
La desconfianza ronda las elecciones, así se trate de un pueblo en la cima del cerro, que de la Presidencia de la República.
La evidencia tiene su momento apoteósico en 1988, cuya sospecha fue consumada con la quema de las boletas electorales, y el misterioso incendio de una ala del Congreso.
Por eso genera sospecha y murmuraciones que se hable de mover las elecciones del año en curso, calificadas como las más grandes de la historia.
Grandes y determinantes, porque de sus resultados dependerá que el país se mantenga en el rumbo tomado hace un par de años o se reencauce por uno menos desarmonizado.
Las razones aducidas para suspenderlas son legítimas. Apenas si hace falta recordar que la vida humana esta por encima de todo.
Incluso la Constitución lo contempla. La Sección III, del artículo 73, en las facultades del Congreso, establece que:
“2ª. En caso de epidemia de carácter grave o peligro de invasión de enfermedades exóticas en el país, la Secretaria de Salud tendrá obligación de dictar inmediatamente las medidas preventivas indispensables, a reserva de ser después sancionadas por el Presidente de la Republica”.
Pero ya sabemos que una cosa es posponer una elección y otra muy diferente es suprimir una elección. Pero la sola mención del tema mete ruido. Más viniendo de políticos.
El INE, por ejemplo, pospuso las elecciones del año pasado en Hidalgo y Coahuila por un periodo de cuatro meses, por la misma razón.
Sin embargo, este dato es muy importante, los nuevos gobernantes de Coahuila protestaron sus cargos en los tiempos previstos por la ley.
En el caso de Hidalgo, en el que se eligieron presidentes municipales, fue necesario la creación de consejos municipales con la finalidad de no romper la institucionalidad.
El Consejo de Salubridad General, por ley, es el órgano facultado para determinar en casos de pandemia.
El Consejo depende directamente del Presidente de la República, sin intervención de ninguna Secretaría de Estado, y sus disposiciones generales serán obligatorias en el país.
Pero el sospechosismo asoma sus fauces. Los ciudadanos zozobran sobre la honorabilidad de los gobernantes. No les creen.
El sospehosismo es una arma poderosa que socaba la constitucionalidad. Dice la gente, el pueblo, pues, “piensa mal y atinarás”.
Las aspas de la pandemia y sus miles de muertes urge encontrar alternativas a las elecciones en curso, que no sea su cancelación.
Una solución parcial podría ser la votación electrónica pero la ley establece que el voto es en papel, punto (hay excepción con los votantes en el extranjero).
Algunos funcionarios y diputados valientes (hay que serlo para referir públicamente el tema) ya hablan abiertamente de él.
Las autoridades sanitarias de Nuevo León han dicho que por las condiciones sanitarias se deben dejar para después las elecciones en la entidad.
En Puebla el legislador Fernando Manzanilla Prieto, uno de los representantes populares más activos de entre los 500 de la asamblea, ha metido el tema en los medios de comunicación.
El dato duro, el dato motivo de sospecha, es que la nueva legislatura deberá sesionar el primero de septiembre, 84 días después de la elección.
Al INE, el año pasado, le llevó 198 días, gestionar el cambio de fecha. Entre el primer de abril y el 18 de octubre, fecha de la elección.
Las elecciones están previstas para el 6 de junio, cuando se vote la nueva legislatura federal, la joya de la corona, que debe protestar el cargo 84 días después. El primero de septiembre.
Carla Humphrey, Consejera Electoral, declaró poco después de las votaciones del año pasado que “No está puesto sobre la mesa un escenario de posponer la elección de 2021”.
También dijo que las elecciones pasadas, ya en pandemia, permitirán conocer las medidas sanitarias que deban aplicarse en el proceso de 2021.
En contextos como el actual, la mejor solución parece ser la elección electrónica.
Sin embargo, dicho por el propio Córdoba, es un proyecto rezagado justamente por el sospechosismo del fraude.
Ya sabemos acerca de las endemoniadas desigualdades, pero un sector importante en las ciudades podría hacerlo desde su computadora, y reducir las concentraciones masivas.
El tema de la elección tiene que ver con otra cuestión, la vacuna, que no aparece por ningún lado.
Es posible que para mayo, en la víspera de la votación, estemos de vuelta en el tercer confinamiento, como ahora ocurre en algunos países de Europa.
En efecto, el tema es espinoso, genera mucha zozobra, pero se deben anticipar soluciones.
CHAYO NEWS
Fausto Hernández, investigador del CIDE, afirma que la competencia económica transfiere más dinero a los pobres que los programas sociales. No es cualquier dato de periódico. Es digno de tomarse en cuenta, como ya se esta haciendo, sobre todo ahora que el gobierno esta en campaña para suprimir varios organismos constitucionales independientes, entre ellos el que regula la competencia de mercados.