No creo en quienes hoy marchan.
No creo en quienes lucran con la sangre.
No creo en quienes ahora gritan y antes callaron.
No creo en quienes dicen no olvidar pero su memoria es convenenciera.
No creo en quienes se enlutan para después regocijarse.
No creo en quienes se dicen líderes pero se escondieron.
No creo en quienes desprecian o glorifican.
No creo en quienes se disculpan ni en los que culpan con asombrosa facilidad.
No creo en quienes erigen mártires y verdugos.
No creo en quienes se adueñan de la verdad transformándola en falacia.
No creo en quienes gobernaron ni en los que gobiernan.
Solo creo en los desconocidos, en los que soñaron, en los que se esforzaron, en los que cantaron la protesta, en los que enfrentaron al poder, en los que levantaron su puño, en los que orgullosos comparten sus andanzas, en los que no se cegaron con el resplandor de las bengalas, en los que derramaron su sangre en la Plaza.
Pero sobre todo, creo en los que nunca serán olvidados.