Es claro que en el nuevo multipartidismo mexicano, ningún partido puede ganar por sí solo una elección estatal, ya no hablemos en términos nacionales, donde los niveles de votación que obtiene un presidente electo son cada vez menores (EPN ganó con apenas 38%). La lección fue clara para el PRD, por eso en su último Congreso Nacional decidió una política de alianzas que priorizara los acuerdos con la izquierda, pero que también incluyera a otras fuerzas políticas. Después de todo, el PRD tiene claridad de quién es su principal adversario: el autoritarismo, la corrupción y la falta de oportunidades, que de manera material representa el PRI en diversos estados y a nivel federal.

A partir de la reiterada negativa de Morena y de Movimiento Ciudadano por conformar un bloque opositor, el PRD decidió voltear su mirada a otras fuerzas locales y nacionales, entre ellas el PAN. La agenda desde entonces ha sido clara: alianzas programáticas que tengan por objeto no sólo promover la alternancia, sino asegurar la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto a los Derechos Humanos. Las diferencias programáticas no desaparecieron, pero el PRD jamás renunció, ni renunciará a su agenda de izquierda (matrimonio gay, despenalización de drogas, aborto, salario mínimo, libertad de protesta, etc.). El partido, no obstante, es consciente de que para que su agenda avance, tiene que ser una alternativa real de gobierno, y para ello, en cualquier estado con posibilidades de ganar requiere ir en alianza.

Las cartas se pusieron sobre la mesa y el CEN del PRD autorizó a su presidente Agustín Basave comenzar las negociaciones. En cualquier negociación las partes ponen al frente sus principales intereses. El del PAN claramente fue Puebla, pero Basave sorprendió poniendo al frente Tlaxcala como su principal carta. La razón no fue azarosa. Oaxaca es un estado donde el PRD aún no resuelve la candidatura y donde el PAN aporta pocos votos, a diferencia de partidos locales como el PUP (Partido Unidad Popular) cuya inclusión resulta más necesaria. En Tlaxcala, en cambio, se tiene ya una candidata de unidad la Senadora Lorena Cuéllar, quien además de ser la mejor posicionada en una coalición, ha logrado vencer a la virtual candidata del PAN Adriana Dávila en anteriores elecciones.

El PRD condicionó la alianza de Puebla a la de Tlaxcala, y afirmó su interés de contender también como bloque opositor en Veracruz e Hidalgo, los estados más simbólicos para el priísmo. Fue entonces, cuando comenzaron las presiones. Mensajeros del gobernador Duarte han buscado desde entonces comprar a compañeros del PRD para bloquear las alianzas. Manlio súbitamente se convirtió en el defensor del purismo ideológico y reprochaba que el agua y el aceite se juntaran. Moreno Valle comenzó a presionar para que independientemente de cualquier otro estado, la alianza en Puebla se consolidara. Los calderonistas dijeron que Tlaxcala no era moneda de cambio. Medios oficialistas como La Crónica, comenzaron una campaña sistemática contra las alianzas, tergiversando las declaraciones de Basave.

En este contexto, diversos compañeros del CEN del PRD comenzaron a proponer que las alianzas fueran sólo en 4 estados: Puebla, Oaxaca, Zacatecas y Durango. Que se complaciera a Moreno Valle en sus exigencias y, al mismo tiempo, se dejara al PRI sin competencia real en Veracruz e Hidalgo. Ante lo cual, la respuesta de Basave fue contundente: si no respetan los acuerdos de alianzas a los que me autorizaron, renuncio. Es sorprendente que ante un acuerdo que pudiera arrebatarle hasta 8 estados al PRI y cambiar completamente el escenario electoral para el 2018 a favor de la izquierda, compañeros del PRD se opongan a las alianzas. Vale la pena diferenciar a quienes por razones históricas e ideológicas se niegan a aliarse a un partido de derecha (en cualquier estado), de aquellos que por presiones políticas y ofrecimientos económicos han decidido echarse para atrás en las alianzas (de casos particulares). 

Hoy el Presidente Basave lo reitera: “Sostengo lo que dije, no fue un exabrupto ni un berrinche, y menos un chantaje; quienes dicen eso no me conocen. Lo digo y lo sostengo. Quieren comprar partidos, pero al PRD no lo van a someter. En base a la convicción personal de que tenemos que sacar al PRI de Veracruz, la única manera de hacerlo es con un bloque opositor”.

El PRD está en un momento crucial de su futuro político: ¿Somos o no somos oposición? ¿Estamos dispuestos a disputar el poder al PRI a través de una alianza de amplio espectro, o preferimos aislarnos y ceder a las presiones de Beltrones y de AMLO, quienes piden a gritos que guardemos nuestra pureza ideológica? ¿Estamos dispuestos a vendernos a Duarte o demostraremos que la lucha por democratizar Veracruz no tiene precio? Ya dimos el primer paso a favor de Durango y Zacatecas. Demostremos, a quienes dicen que el agua y el aceite no se juntan, que sólo una emulsión política es capaz de acabar reactivamente con el autoritarismo.