El miércoles pasado, el presidente López Obrador anunció cuáles partidos estaban dispuestos a renunciar a la mitad de su financiamiento público para ayudar a enfrentar la emergencia sanitaria. Se informó, por ejemplo, que Morena había aceptado reintegrar la mitad de sus prerrogativas (un monto de 785.6 millones de pesos pero no queda claro si este es el total o sólo la mitad) lo cual podría parecer una gran acción en medio de la crisis; sin embargo, resulta difícil creerles, cuando apenas hace unos meses el INE multó a su partido con 197 millones de pesos por violar la ley en la creación de un fideicomiso para damnificados del sismo del 19S.

Frente a este escenario, el PRI acordó donar la mitad de su financiamiento, siempre y cuando se integre en un fideicomiso administrado por la sociedad civil y el INE. El PAN y el PRD, por su parte, no estuvieron de acuerdo con dicha propuesta. El Partido Acción Nacional pidió que se modificara la ley para que los partidos puedan comprar y entregar equipo médico de forma directa, lo que abriría la puerta para hacer proselitismo político a costa de la emergencia: por algo es hoy ilegal, ¿no? El PRD, con el poco presupuesto que tiene, tampoco aceptó el reintegrar la mitad de su financiamiento público; no obstante, declaró que consultaría con el INE para ver si podían entregar donaciones en especie a fundaciones; es decir, de alguna manera cayeron en el mismo juego del PAN. Por otro lado, el partido que ya no es partido, el PES, acordó entregar la mitad de sus prerrogativas y se comprometió a preparar una propuesta adicional para que los legisladores de su bancada donen tres meses de su salario. Su posición resulta por demás absurda y demagógica, porque el PES no recibe financiamiento público desde que perdió su registro, tras las elecciones de 2018.

Ridículamente, el presidente agregó que Nueva Alianza y el Partido Humanista no se habían pronunciado sobre la propuesta. Es una pena que ninguno de sus asesores haya podido avisarle que este último dejó de existir en el 2015 y que Nueva Alianza no tiene registro desde 2018, tal como el PES.

Ahora bien, por el diseño legal de la distribución de recursos a los partidos, Morena recibe más del doble de financiamiento que los demás; por ello, donar la mitad de su presupuesto no representaría un golpe duro a su estructura, como sí lo haría para los demás. Además, hay que tomar en cuenta que se trata del partido en el gobierno.En otras palabras, lo que para Morena sería un mero trámite administrativo, para los demás partidos podría significar un importante debilitamiento, de cara a las elecciones de 2021.

Finalmente, es importante reconocer que, si bien la donación ayudaría de manera inmediata a cubrir una pequeña parte de los gastos de esta contingencia sanitaria, el monto no está ni cerca de ser suficiente para resolver la crisis de salud que enfrentamos y la crisis económica que está por venir. Por eso, antes de aprovechar cualquier situación para seguir vulnerando las instituciones y las condiciones democráticas de nuestro país, el presidente debería estar construyendo una estrategia económica sólida para reducir el impacto de la crisis, evitar la pérdida de empleos y garantizar condiciones favorables para las familias mexicanas de todos los estratos sociales. En este sentido, el planteamiento de que los partidos donen la mitad de su presupuesto público para hacer frente a la contingencia sanitaria causada por la pandemia de COVID-19 puede ser, en principio, una buena propuesta.

Como muchas de las medidas anunciadas en Palacio Nacional, el presidente la usó como una herramienta para desviar la atención de los temas centrales y evadir las responsabilidades que conlleva el ejercicio del poder. En otras palabras, la convirtió en otro intento de tapar el sol con un dedo.

Alberto Rubio Canseco

@Alberto_Rubio