Municipios gobernados por mujeres
Pahuatlán apenas supera los 20 mil habitantes. La ciudad capital roza el millón 700 mil. Tiene la mejor comunicación del país; Pahuatlán no alcanza la categoría de ciudad, es pueblo. Se entra y se sale por una intrincada brecha, con profundidades de más de mil metros. No tiene universidad, los que quieren seguir formándose tienen que salir a rifársela fuera.
¿Qué tiene que ver el pueblito con la augusta ciudad capital? Ambos municipios son gobernados por mujeres; ambos mantienen una relación tirante con el gobernador de la entidad, para no decir que de franco reto, y sobre ambas gobernantes el Instituto Estatal Electoral (IEE) ha emitido medidas cautelares bajo la acusación de aprovechar su condición de funcionarias para promocionarse políticamente.
De las dos se dice que influyen en el proceso electoral en curso, amparadas en su poder administrativo y económico, ya sea para beneficio propio o de otros. Claudia Ribera fue electa el viernes candidata de Morena a la reelección. Lupita Ramírez, como es conocida, desistió de su marido, pero apoya a Enrique Castillo, de quien se dice goza de todo su cobijo.
En ambos casos hay elementos para suponer que la elección terminará en los tribunales electorales. En el caso de la capital, Morena ya informó que denunciará a Morena por saltarse las reglas, y postular a una candidata “perdedora”. El mayor enemigo de Morena es Morena. Morena no es partido, es una congregación de intereses.
En la entrega anterior mencionamos la pobreza, el rezago social, la marginación, y el desamparo histórico de Pahuatlán. Una marca que viene de lejos, de hace medio milenio, que persiste y nadie hace nada por cambiar esa matriz de iniquidades.
Sin embargo, hay otros fenómenos igualmente complejos, propios de las sociedades modernas, sobre los cuales los sucesivos gobernantes se han mostrado omisos.
Por ejemplo, la repentina presencia y crecimiento desmedido de la inseguridad, desde el robo a casas habitación, de automóviles, homicidios dolosos y hasta feminicidios. El consumo y compra-venta de drogas es un fenómeno persistente, y normalizado. Hay afición creciente por las armas de fuego, sobre la que hay tolerancia manifiesta de las autoridades. Los hidrocarburos a trasmano tienen o tuvieron su mercado boyante.
¿Qué quiero decir con esto? Que hay muchos candidatos, pero faltan programas de buen gobierno. No hay diagnóstico, nadie sabe cuáles son los grandes problemas del municipio. Si carecen del conocimiento básico, tampoco pueden decir que tienen soluciones. No puede haber buena gestión allí donde no se sabe del tamaño de la enfermedad.
El dato no esta presente en los aspirantes y partidos, pero sí lo tiene presente la mayoría de la población. De allí que podamos postular que en esta elección lo determinante no será el partido; será el nombre de la persona que vaya de candidato. La eventual reputación de cada cual será la que defina el nombre del próximo presidente municipal.
Como se observa a nivel nacional, los partidos no son un incentivo que atraiga votantes; las más de las veces son un rémora que ahuyenta. 9 de cada 10 afirma que lo importante es el candidato. La excepción parece ser Fuerza por México, tal vez porque es un partido nuevo, y dice defender a las mujeres, a los jóvenes y a la población indígena.
Aspirantes pasados por un FODAS
Como en pocos lugares, en Pahuatlán el derecho a votar y ser votado es una característica arraigada entre los políticos. Cualquiera se puede anotar solo por el gusto de verse derrotado el día de la elección, o en una de esas es chicle y pega. La gente habla de los loquitos que cada que hay elección van y se inscriben, seguros del desprecio que la gente les profesa.
Los nombres son muchos, pero los que reúnen los criterios para entrar en la competencia son pocos. Conforme aparecieron en escena e hicieron público su participación, en primer lugar Eduardo Romero; le sigue Gabino Hernández, Enrique Castillo, “Chatarra”; Ariadna Pérez; Cristina Cortez; y Lalo Vera. Veamos sus fortalezas y debilidades.
Eduardo Romero ha cobrado fama porque es el primer aspirante independiente que se registra en el municipio. Proviene de una familia de empresarios cafetaleros; un tío suyo ganó popularidad por sus carácter magnánimo con los niños indígenas, a quien solía repartir juguetes en fechas especiales. No es político, pero ha caído bien entre la gente; se trata del rechazo a los partidos; su grado de conocimiento se concentra en la cabecera. Don Joel Romero, el tío, murió el mes pasado. Sus adversarios refieren orfandad en el aspirante.
Gabino Hernández es el aspirante más potente de las comunidades, en especial de las indígenas. Es presidente auxiliar con licencia de Xolotla, la segunda población más importante. En la entrega anterior hablamos de la discordia entre la cabecera y los pueblos originarios. Gabino es joven, discreto, de carácter, y es el único que mantuvo una posición crítica contra la presidenta municipal y contra su gobierno. Eso le ganó popularidad y respeto. Viene de la escuela de los usos y costumbre, en la que el ejercicio de rendición de cuentas es severo con los gobernantes.
En enero del año antepasado fue electo para hablar durante la visita que el presidente de la República y el gobernador de la entidad hicieron al municipio. Los cautivó, pero eso no basta para que los partidos cambien sus decisiones respecto del México profundo, y acaten lo que están obligados por la Constitución. Contra Gabino milita el ser indígena, la discriminación, la desigualdad y la falta de empatía de los órganos electorales con los primeros habitantes. Durante quinientos años los indios han estado sometidos a los blancos de la cabecera.
El tema puede llevar a una ruptura de consecuencias imprevistas; un grupo de jóvenes indígenas esta pidiendo que no se permita la presencia de partidos y candidatos en las comunidades. Los organismos internacionales y los tratados firmados de México con ellos, favoreces los derechos de inclusión de la población originaria. No sería la primera vez que los indios derrotan a la cabecera en la ONU.
De la vieja escuela de los priístas
Enrique Castillo “Chatarra” es un político echado para adelante. Es de la vieja escuela de los priistas que le cambiaron la faz al pueblo en los ochenta y noventa. Es de trabajo, emprendedor, y como todos los políticos pahuatecos, es de habla inmediata y a veces desborda la medida. Tiene amistades y parientes regados por todo el municipio. Le sirve para meter el pie en el partido pero ignoro si para ganar.
Me parece que de todos es quien la tiene más complicada. Primero tiene que sacar la elección de la hija del presidente del PRD, Carlos Amador, quien es candidata a diputada federal por el distrito de Huachinango, en cuya jurisdicción se encuentra Pahuatlán. Por la mañana tiene que salir a pedir a la gente que vote por el PRI y contra el PRD; por la tarde, por el PRD y contra el PRI.
Pero eso no es todo. Martínez Amador no es un hombre de ideas, es un hombre de intereses, así que la obra púbica ya está comprometida durante los próximos tres años. Pero habría más, el pueblo puede regresar como patio trasero de los intereses políticos de los grupo de Huauchinango. Si entre los ochenta y noventa alcanzó un respiro, y los servicios públicos básicos llegaron a la cabecera y se extendieron a las localidades, gracias a la buena gestión de un grupo de jóvenes priistas, ahora amenaza el retroceso.
Sólo para recordar, la Revolución Mexicana en Pahuatlán no fue por reparto de tierras (1911-1913). Los indígenas de Atla, encabezados por José Moctezuma y José Domingo, en Cuauneutla, por Leopoldo Jorillo, y en la cabecera por Estanislao Romero, se levantaron en armas en defensa de la autonomía municipal, y en contra del cobro del 20% que el delegado político de Huauchinango imponía a la panela que se producía en el municipio, y otros cultivos agrícolas, como el café.
Chatarra tiene en contra sus vínculos con la actual administración municipal, los que no cuida. Una relación que lo disminuye en intención de voto por debajo de la mayoría. Suponer que repetirá la hazaña de 2013 y 2018, es desconocer las condiciones de entonces y las de ahora. En el 2013, con Puebla Unida, Arturo Hernández obtuvo 3,233 votos (34.77%); en el 2018, en alianza PAN-PRD-MC, alcanzó para su esposa Lupita, 3536 votos. Superando con mucho el tsunami de López Obrador. (Ya seguiremos)