Últimamente, he puesto atención a varios comentarios que dicen que votaría por tal o cual candidato “si no estuviera detrás tal o cual partido”, también me encuentro confundida debido a que ya tampoco conozco en tiempo real quién pertenece a qué partido, se han perdido valores, disciplina, el arte de hacer política, de estar en la política para aportar a nuestro país, la vocación de servir, ya no viví eso, ahora veo con desdén el cambio de varios funcionarios de un partido a otro, como un divorcio exprés anunciado en un poste y con la facilidad de ser tramitado.
Crecí escuchando a Luis Donaldo Colosio, crecí en el eterno cuento de la lealtad a las causas, a los ideales de partidos, sigo firmemente creyendo en ello, considero desleal, miserable y ruin saltar de un partido a otro según conveniencia. Sin embargo, entiendo que por alguna causa o razón, un militante pueda no estar de acuerdo con la forma de actuar de los partidos.
Me formé en el PRI, desde los 16 años, amé mi partido, sigo creyendo que quienes entendemos los documentos básicos estamos del lado correcto de la historia, sin embargo veo que continuamente se equivoca, no estoy de acuerdo con “saltar” a otro partido, poco a poco he entendido otra opción: la opción ciudadana, constantemente pienso que los partidos están falleciendo, la línea de los ideales ya es desconocida para las generaciones venideras.
De manera personal he seguido de cerca a un candidato, que se encontró en el mismo cuestionamiento que yo, César Daniel González, “el Siervo”, ex legislador, federal y local, pero con la gran diferencia de que no ha saltado de partidos, no se identificó con este chapulinazo masivo que tan de moda está, y optó por la vía, a mi parecer, correcta (cuando no te encuentras de acuerdo,) sin mentir, sin traicionar, sin engañar, logró con mucho esfuerzo y trabajo territorial conseguir los requisitos necesarios para obtener una candidatura ciudadana.
La próxima legislatura en la Ciudad de México, tiene la oportunidad de incluir en su Primer Congreso a un ciudadano, que sin ataduras ni compromisos velará por el interés común, contrario a mi pensamiento, porque yo sí creo que los partidos debieran seguir formando cuadros, estoy abierta como muchos capitalinos a las opciones ciudadanas, la tendencia se inclina.
En el tema federal, sin fobias ni filias, considero que José Antonio Meade es la mejor opción, creo, que es un mal candidato, sin simpatía, gris, sin embargo ¿qué se necesita para gobernar? ¿Caer bien? o ¿tener los conocimientos para sacar adelante a nuestro país? Meade es un pésimo candidato, pero considero sería un gran presidente, lo malo, trae anclado al partido que México tanto reclama justicia. Son las personas, no los partidos.