Hay que reconocer que el Imperialismo capitalista que surgió como resultado previsible de la Segunda Guerra Mundial si contribuyó al desarrollo de la Humanidad, pero con consecuencias humanas muy desastrosas en algunos casos, incluyendo el de la venta de medicamentos nuevos, que por serlo, cuentan con hasta 20 años de exclusividad para la empresa farmacéutica que los desarrolló; cabe aclarar que siempre esos descubrimientos de medicamentos surgen de una sola mente humana, o de un grupo de mentes de hasta 5 o 6 personas, yo tuve la oportunidad de trabajar en el Instituto Weizmann de Ciencias en Israel en el año 1988 y eso de los descubrimientos nuevos lo viví.
La persona o personas que desarrollan un nuevo medicamento deberían recibir el reconocimiento mundial necesario y tener el honor de haber aportado ese beneficio para toda la Humanidad, como en su momento lo recibió Alexander Fleming por descubrir la penicilina que nunca se patentó, pero, desafortunadamente, la gran mayoría de esos descubridores trabajan para empresas farmacéuticas, las cuales se quedan con la patente de los nuevos medicamentos desarrollados hasta por 20 años, repito, y nadie más en todo el Mundo puede fabricar y comercializar esos medicamentos mientras dure esa patente, y, como es de conocimiento universal, esas empresas se encuentran en la cúspide de la pirámide económica mundial junto con las empresas petroleras, los bancos, los fabricantes de automóviles y las compañías de seguros, pero esperanzadoramente resulta creíble que algún día esa pirámide se pudiera achatar, aunque sea un poco.
Las consecuencias de las patentes médicas son económicamente desastrosas porque todos los seres humanos tienen derecho a curarse con un medicamento nuevo, como los que han surgido para el SIDA o recientemente para tratar la Hepatitis C aunque no tengan el dinero necesario, pero hasta las instituciones de salud de todo el Mundo se ven obligados a pagar esos tratamientos nuevos a precio de “patente”, incluyendo México.
Si ese Imperialismo capitalista hubiera surgido con mayor sensatez y humanismo, quizá hubieran establecido que esas patentes médicas duraran sólo de 2 a 5 años, para que al finalizar, otras empresas también pudieran fabricar esos medicamentos y ayudar a más humanos en el planeta Tierra a curarse, pagando hasta 10 veces menos el precio de patente, pero, no, no fue así, hasta hoy, todo el Mundo empresarial tiene que esperar 20 años a que termine la patente de un medicamento nuevo para poder fabricarlo, y, aunque sonara increíble, también con ganancias millonarias con la décima parte de su costo.
Nota cultural:
La película “Hombre de Familia” con Nicolás Cage trata de un empresario que haría un gran negocio de acciones bursátiles al vender una empresa que fabrica medicamentos, y de cómo el valor de la familia podría superar esa pasión.