O una de dos: O el todavía Presidente Peña ve un país que nosotros no vemos, porque estamos ciegos, o somos unos ingratos, y por eso EPN tiene un pírrico 18 por ciento de aprobación y en las urnas los ciudadanos fulminaron al PRI, condenándolo casi casi a su extinción.
Continuando esa costumbre inaugurada por Calderón, de no ir al Congreso, para no enfrentar la crítica. Una vez más, en el discurso vimos un país de fantasía: Peñalandia. En una parodia de informe, al cual se invitó a los incondicionales, para tener el aplauso fácil (incluso de los morenistas Martí Batres y Porfirio Muñoz Ledo).
Faltó realismo: Decir, claramente, sin excusas: "Señoras y señores, les fallé"
Sí hubo un mea culpa, ya lo habíamos comentado, pero que no sirvió de nada porque fue a medias y tardío, tanto por la Casa Blanca en los spots y por la seguridad en el informe.
Y así como hizo Díaz Ordaz, guardando proporciones, vimos a un Peña Nieto asumiendo la responsabilidad histórica del gasolinazo.
Ese mea culpa, estas alturas, no solo no sirve de nada, sino que es una afrenta más... La última afrenta de un presidente que se va con una gran deuda histórica moral.
El lunes, antes del acto político, me tocó un evento con estudiantes del Tec de Monterrey. Ahí, nos preguntaban cuál programa positivo o exitoso de Peña podía darle continuidad el presidente electo López Obrador.
Créanme que no supe responder. Por más que pensé y pensé... no supe cuál.
Quizá sea cuestión de percepción, porque por elemental lógica, claro que debió haber aspectos positivos. Pero en el sexenio no supieron comunicarlos.
Las reformas estructurales como la gran apuesta de Peña Nieto, se desfondaron. Las más satanizadas fueron la energética, por el gasolinazo y la educativa. Luego de dos años dedicados a construirlas, los escándalos de la Casa Blanca y Ayotzinapa, comenzaron a derrumbar su imagen.
Entonces lo que sí podemos decir es que hubo tres grandes renglones que fueron las que contaminaron y le dieron al traste a la actual administración: corrupción, inseguridad y el asunto de la economía, sobre todo la familiar que quedó muy golpeada por el gasolinazo.
Eso es lo que más le duele a los ciudadanos. Con esos tres aspectos lo mucho o poco bueno que pudiera haber ocurrido, quedó opacado. Pesaron más los grandes escándalos que las buenas intenciones.
A nadie decepciona esta parodia de informe, porque nadie esperábamos más. Pero sí me habría gustado un ejercicio profundo de reflexión política, que no solo estuvo ausente en este último informe, sino en todo el sexenio.