Voy a reflexionar acerca de lo poco que sé de la vida y la obra de María Teresa León, escritora excepcional casi desconocida porque vivió a la sombra de un personaje mayor de la literatura: Rafael Alberti, su esposo.

No solo el brillo de su marido la opacó, también el hecho de que, en sus tiempos, a las mujeres les costaba trabajo destacar. María Teresa inclusive tenía en contra el hecho de ser bonita. Pensaban sus contemporáneos que, por su belleza, ella no podía ser seria.

En La Vanguardia, de Barcelona, leí que “Pedro Salinas escribió una carta al poeta y crítico literario Jorge Guillén en la que habla de ‘esa muchacha guapa de Burgos. Una literata mala’. Era hija de una época por lo que, como muchas compañeras, se vio obligada a derribar muros. ‘Muchos pensaban que era frivolidad y no lo era’, relata Ferris” (José Luis, este último un investigador que sacó a la luz la vida oculta ¡y ocultada! de la escritora, como dice la redactora Laura Gómez Ruiz del citado diario catalán).

No soy experto en literatura —en realidad no soy experto en nada—, pero me gusta leer y, leyendo en internet sobre el cierre del Tecnológico de Monterrey en Veracruz —lamento tanto que se achique la escuela en la que estudié—, saltó por ahí la esposa de Alberti: así, literal, “la esposa de Alberti”.

De este poeta había escuchado hablar y quizá hasta le he leído, pero no estoy seguro: de ella no sabía absolutamente nada.

En Google escribí “esposa de Rafael Alberti” y entre multitud de artículos uno me llamó la atención: “Memoria de un olvido: textos desconocidos de María Teresa León”, de Susana Salim Grau, que curiosamente en el buscador de internet aparece ligado a las “Actas del XV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas ‘Las dos orillas’, Monterrey, México del 19 al 24 de julio de 2004”. Es decir, en la Sultana del Norte no solo hay cabrito y carne asada: también hay gente que, además de interesarse en los Tigres y en los Rayados se da tiempo para pensar en la literatura. Quizá por eso Google relacionó a María Teresa León con el cierre del Tec en el puerto de Veracruz.

El caso es que leí completo el breve ensayo sobre los textos desconocidos de María Teresa —"esa muchacha guapa de Burgos"— y me concentré en algo así como una carta a “Tuco”, en la que “la escritora agrega dos versos de Lope y luego una suerte de aforismos”.

Los versos de Lope, que forman parte del título de esta columna mía, describen al México actual: “Vuelve a la patria/ la razón perdida”.

Haber recuperado la razón es la única explicación, que los expertos en ciencias políticas y en encuestas no han logrado encontrar, al hecho sorprendente de que la popularidad de Andrés Manuel aumente en la medida en que aumenta el desabasto de gasolina.

La razón encontrada nos dice a los mexicanos que ya no debemos tolerar el robo, que no debemos permitirlo ni siquiera por la comodidad de no hacer filas en las gasolineras. El robo es malo, ahora lo recordamos. Algo tan elemental lo olvidamos durante décadas, de ahí el atraso de la sociedad mexicana.

Algunos de los aforismos de la escritora, redactados en Buenos Aires, también dicen cosas acerca del México de hoy:

1.- “Antes los escritores creían que había muchas cosas de las que no se podía hablar, ahora ya no queda ninguna”. La comentocracia mexicana tan gritona en estos tiempos es el mejor ejemplo de que se puede hablar de todo, aunque no se entienda nada.

2.- “Irritación ante la injusticia (juventud)”. “Irritación ante el desorden (madurez)”. El mexicano es un pueblo joven y viejo al mismo tiempo. La muchachada está indignada por el exceso de abusos. Afortunadamente el descontento no se ha salido de control porque los viejos insisten en el orden, sin el cual nada es posible. Una buena noticia, sin duda, tener un presidente "viejito" —casi de mi edad, lo aclaro para que nadie diga que caigo en la discriminación al hacer ese juicio. Un presidente con canas suficientes como para entender lo que debe ser entendido. (Por cierto, Andrés es un par de años mayor que yo, pero a mí no me han salido las canas, o no tantas: no más de cinco. En algo tenía que ganarle).

Las filas en las gasolineras son el nuevo orden mexicano: el de que ya no es posible vivir en la cultura del robo, el de que debe pagarse el precio, por elevado que sea, de recuperar un mínimo de valores.

Si eso es la 4T, bienvenida. Ojalá no la descarrilen tantos poderosos que se sienten afectados porque la razón que los mexicanos hemos recuperado afecta a sus intereses. Tipos miserables y abusivos que lucraban con la estupidez que nos llevó a extraviar la ética.