La denuncia que presenté contra columnistas de Sonora es por divulgar groserías sobre mi persona.
Las palabras soeces atentan directamente contra mi dignidad como mujer. Promueven violencia de género al insultarme con palabras impronunciables en este espacio por respeto a los lectores y a mí misma.
La libertad de expresión no es el tema a discusión, esa es sagrada para mí.
A lo largo de treinta años de trabajo periodístico se me ha criticado duramente en muchas ocasiones y nunca he demandado porque creo que todos tenemos derecho a decir lo que pensamos.
Como figura pública estoy acostumbrada al escrutinio del público y de colegas; es bienvenido.
El caso que me ocupa hoy es distinto, me defiendo con la ley en la mano frente a un grupo de columnistas que me han insultado públicamente con palabras soeces.
En primer lugar en mi calidad de ciudadana, tengo derecho a ser respetada como cualquier mujer.
Como candidata respeto el derecho de los columnistas a criticar, cuestionar y condenar mis posturas. Lo que repruebo es el insulto a través de las groserías que promueve el odio y el desprecio. Existen leyes que sancionan estas conductas, mi petición es que se aplique la ley.