Así como el cine con sonido dejó fuera a los actores que en el cine mudo tuvieron éxito pero no tenían buena voz, también el cine a color dejó fuera a quienes no les favorecían los colores. 

Twitter y Periscope no le ha favorecido a algunos periodistas y pongo como muestra a Julio Hernández, quien desde mediados de los noventas ha escrito en La Jornada la columna Astillero, en sus buenos tiempos Astillero era una lectura obligada para quienes querían conocer la postura de la izquierda sobre los temas importantes del momento.

Todo cambió con la llegada de las redes sociales a principios del siglo XXI pero más acentuadamente con el auge de smartphones y la reducción de las tarifas de Internet a finales del sexenio de Calderón.

Hoy los periódicos impresos son más utilizados y conocidos por su función de envolver mercancías en los mercados pero aún sobreviven porque de alguna forma son la versión impresa de las noticias publicadas en internet.

 Siguiendo el caso de Julio Hernández quien goza de la admiración y respeto del medio periodístico, ha mostrado a través de Periscope y Twitter muchas inconsistencias intelectuales y hasta morales, como es el hecho de que por un lado apoya y hasta promueve bloqueos a carreteras y luego denuncia fuertemente lo que llama represión de las autoridades al tratar de levantar los bloqueos.

 El más reciente caso periscopeado por Julio fué el de Marcelino Perelló, quien en un programa de radio no se contuvo la tentación de comentar la justificación que dio el juez que otorgó un amparo a uno de los Porkys. Por cierto Noroña tampoco dejó pasar la oportunidad de opinar sobre el tema.

  En ese Periscopeo Julio se muestra como un juez de la Santa Inquisición condenando el lenguaje vulgar de Perelló y pidiendo una dura sanción, como si arengar a la gente a bloquear carreteras no mereciera una fuerte sanción como la que el pidió.

   En fin las redes sociales desnudan el alma de la gente y en esta ocasión le tocó a Julio Hernández representar las contradicciones de la izquierda que por un lado promueven bloqueos y por otro se admiran del lenguaje de un conductor de radio que por cierto casi nadie escucha.