En Letras Libres se publican excelentes artículos, buenos, malos… y los de Ricardo Cayuela Gally. Por diversas personas, pero siempre a través de las redes sociales, me ha llegado un artículo de Ricardo, “Corre la voz”. Hay un temor, creo que infundado, en el escrito de Cayuela Gally. “Todo eso podría haber terminado ahora”. ¿Qué podría terminar?, cuatro factores: La estabilidad económica, la alternancia pacífica, el auge de las organizaciones de la sociedad civil y la libertad de expresión en todos los niveles.

Ricardo quiere que la realidad se ajuste a su discurso, no lo logra. La realidad en estas tres semanas de gobierno lo desmiente. Después de la entrega del Presupuesto 2019 no hay ningún indicio de desestabilidad económica, la alternancia en los gobiernos va, ahí está el caso de Puebla resuelto en tribunales, no han mermado las organizaciones de la sociedad civil y la libertad de expresión y la rendición de cuentas se ejercen de lunes a viernes en la llamada conferencia mañanera de Andrés Manuel López Obrador. 

“Estos cuatro factores combinados llevaron a México de ser un país irrelevante en el mundo a una potencia media (décima potencia exportadora, décima segunda economía del mundo por paridad cambiaria, sexta potencia turística, principal economía del mundo hispánico...), con perspectiva de ser uno de los diez países más importantes del mundo en el 2050. Pensemos simplemente en el auge económico de decenas de ciudades medias (Morelia, Querétaro, Guanajuato, Tijuana, Mazatlán, Mérida, Oaxaca...), con una oferta de servicios turísticos y un equipamiento comercial y cultural sin precedentes.”

Presumo que Cayuela Gally se refiere al período neoliberal. Como lo ha demostrado Alfonso Cuarón en su película Roma, la clase media mexicana disfrutaba, después del desarrollo con estabilidad, un auge sin precedentes. Carros, chofer, empleadas domésticas, salud, vivienda, escuelas. ¿Qué faltó? Democracia. ¿Qué nos falta ahora? Abatir la desigualdad. Coincido plenamente con Ricardo en lo que ha faltado: “La carencia de un modelo incluyente que usara esa creciente riqueza nacional en un sistema de seguridad social que atemperara la escandalosa desigualdad (salud y educación universales, justicia expedita e imparcial) y falta de un modelo de inversión en infraestructura estratégica que la facilitara (agua, desarrollo urbano, transporte público)”.

Escribe Cayuela: “Los electores pensaron que las cuatro virtudes o conquistas de nuestra democracia eran sólidas e irrenunciables y que, por lo tanto, se podía votar sin miedo por el que ofrecía otro enfoque para resolver las carencias. Se equivocaron. Y votaron masivamente por un político que supo enmascarar su discurso no democrático en la campaña pero que una vez logrado el triunfo resurge con toda su fuerza redentora”.

¿En realidad nos equivocamos los electores? Una democracia sirve para eso, para la alternancia, también para equivocarse, como lo hicimos los mexicanos con Vicente Fox, con Felipe Calderón y con Enrique Peña Nieto, sexenios donde no se abatió la pobreza, hoy aún la desigualdad, el injusto reparto de la riqueza sigue siendo, como combate, una asignatura irrenunciable e inaplazable. ¿Cuándo ha expresado Andrés Manuel que estar contra él es estar contra el pueblo? Que yo recuerde, nunca. Y aún así, sin elementos de análisis, sin hechos, Cayuela traza un futuro desolador.

Profético hasta el absurdo, les recomienda a Romo, Urzúa, Alcalde, Esquivel: “Deben resistir desde dentro. A su salida, serán sustituidos cada uno de ellos por un radical. Y si salen, deben contar la verdad. Un gobierno es algo tan grande que también participan muchos políticos pragmáticos tras un hueso cada vez más raquítico (hay incluso el que cambió una primogenitura por un plato de lentejas del IMSS) y muchos cuadros medios profesionales. Cuenta también con el apoyo táctico de los empresarios apalancados con las obras del pasado gobierno y los medios privados que requieren de una concesión para operar. Pero, tras todas estas capas de la cebolla, al centro existe un núcleo duro, compacto y fanático. ¿De qué museo de cera de la Guerra Fría salieron estos personajes? Y al centro del centro ya saben quién. Además, el nuevo gobierno cuenta con millares de tontos útiles en las redes (ha dejado de ser divertido verlos tragar sapos de todos tamaños), más muchos bots pagados. Pero, sobre todo, cuenta con la ceguera voluntaria de una sociedad aturdida”.

Tal vez sea Ricardo el personaje que salió del museo de cera de la Guerra Fría y la acromatopsia su enfermedad intelectual. Desde la alcurnia del desprecio, Cayuela califica a los votantes y a millares de simpatizantes del nuevo gobierno como “tontos útiles”, de ciegos voluntarios, de devoradores de sapos. La descalificación de este gélido guerrero en contra de quienes no piensan como él se asume como linchamiento.

Ricardo no defrauda a Freud y recomienda lo que nadie ha dejado de hacer. Como si viviéramos en una dictadura, lo cual es falso, hay que ejercer el derecho a la resistencia: “Ante la tentación de monopolizar el micrófono por seis años, hay que mantener espacios de la vida ajenos al inminente tsunami polarizador. Tenemos que seguir asistiendo a la junta de patronato de la escuela de los hijos, a las clases de salsa de los miércoles, al círculo de tejido o de lectura, a ver cine clásico con los amigos los domingos, al taller de títeres, a las caminatas nocturnas, a la noche de museos. Que no entre en todas las conversaciones, que no consuma todas nuestras energías. Sigamos haciendo juntos lo que hacemos juntos más allá de la política. No caer en la división que viene. No enemistarnos”. Lo anterior se lo dejo a su analista clínico, a su psicólogo.

Ricardo también habla de trincheras: “Hay que dar la batalla en todas las trincheras públicas en las que se pueda: universidad, medios, redes. Afiliarse a un partido de la oposición o votarlo. O fundarlo. O refundarlo. Una cosa es clave: cuando esta pesadilla que aún no empieza acabe, en las próximas legislativas o en una generación o dos, debemos seguir siendo plurales, con visiones distintas y con acercamientos diversos a la realidad”. ¿Cuando esta pesadilla que aún no empieza acabe…? ¿Cuándo empezará, Ricardo? Creo que la yegua de la noche sólo cabalga en tus sueños.

Dista mucho de la realidad la lapidaria frase de la “tentación de monopolizar el micrófono por seis años”. Cada día los periodistas le preguntan lo que desean a Andrés Manuel, hay diálogo, hay rendición de cuentas, hay transparencia, hay errores, pero también rectificaciones. ¿De dónde proviene esta guerra fría?, ¿de Cayuela Gally o del nuevo gobierno? ¿Dónde empieza el no-diálogo?

“Yo no voy a dejar que arrebaten nuestras libertades. Yo no”, concluye Cayuela Gally. ¿Y quién te las ha arrebatado, Ricardo? 

P.D.- Enrique Krauze, si existen estos temores manifestados en Letras Libres, ¿por qué no envían a algún miembro del equipo, colaborador o al mismo Cayuela Gally a preguntarle a AMLO lo que deseen? Ahí está el presidente de lunes a viernes. No hay monopolio en el micrófono, hay pluralidad y diversidad. ¿Por qué no pasar de la “trinchera” a la “mañanera”? Conversar, “conversar es humano”.