Se le atribuye al ideólogo don Jesús Reyes Heroles, la conjugación de 2 palabras, que expresadas en el momento y hacia la persona exacta, encierran una gran verdad.
El pasado es algo que ya sucedió y hágase lo que se haga, es imposible cambiarlo.
En el medievo, las proezas y/o conductas de los hombres, se registraban en la narrativa de los juglares, quienes contaban a su modo las hazañas o actos heroicos que había realizado algún guerrero y que al paso de la narrativa que diseminaban en su peregrinar entre las comunidades, los convertían en héroes.
Vaya, leyendas urbanas.
Luego entonces, con la aparición de la imprenta ideada por Johannes Gutenberg, allá por 1436, el registro de dichas conductas y hazañas de los hombres de la historia, se imprimieron en libros.
Por varios siglos, los humanos acudimos a ellos para escudriñar la certeza de los hechos y para investigar más a fondo su certeza. Con el tiempo, se diseñaron las hemerotecas, que no son otra cosa que instalaciones donde se conservan periódicos, revistas y cualquier publicación escrita, para que se puedan, analizar, estudiar o consultar.
Hoy en día, la información se guarda en “la nube”, espacio en algún satélite que las empresas dedicadas a esta actividad lanzaron al espacio para este fin.
Pero se dice y se sabe, que una vez que la información se sube a “la nube”, ahí se queda, para el uso de quien lo desee.
Eso es de miedo y hasta parece diabólico.
Para darle un poco de fuerza a este enunciado, se dice que cada quien carga con su manera de ser desde que uno nace, o lo que es lo mismo, cada quien ya trae su “chip” almacenado en su cerebro. De ahí que se asegura que “genio y figura, hasta la sepultura”.
La gente de rancho lo transfiere a “perro que traga huevo, aunque le quemen el hocico”.
Todo esto quiere decir que, una vez que te insertas en la cotidianidad, nada de lo que hagas, cambiará tu manera de ser.
¿Será?
De ahí, la necesidad de “cuidar el hoy, para que el mañana te sea ligero”.
Valga la explicación para sustentar lo que he escrito ya varias veces: “Que el señor Ricardo Monreal, con un amplio y fructífero pasado priísta, ya regresó a ese pasado y que sin notarlo, ya le pesa”.
Apenas ayer, sus adversarios naturales, los Senadores del PAN y del PRI, se le salieron del salón de sesiones, por un tema menor, como es el de reducir de 10 a 5 minutos el tiempo para exponer sus planteamientos.
¿Vale la pena sostener una Cámara de Senadores sin las oposiciones?
La lógica indica que no y ante la inoperancia, mejor ni gastar y desaparecerla, así el costo es mucho menor.
De esa manera ganaría puntos por apoyar el ideario del próximo gobierno.
El senador Monreal ahora va por los reflectores, sonríe ante ellos, hace muecas de satisfacción porque se sabe buscado y atraído por quienes cubren la fuente, goza de lo lindo las luces y los tumultos a su alrededor.
Declara que hay un fondo promovido por la anterior legislatura de 50 millones de pesos para los damnificados del sismo del 19 de septiembre, que no se sabe dónde están.
Penoso, pero con una simple aclaración del ex senador Ernesto Cordero, se aclaró en asunto.
Aun así, la idea de Monreal es crear polémica para situarse y aparecer en los medios nacionales de comunicación.
Al viejo estilo del PRI donde nació en la política, aprendió que no debe ceder ante las exigencias o presiones de los contrarios.
Eso lo asimiló desde joven y ahora ya de viejo, sabe que no debe cambiar so pena que lo juzguen “débil”. Eso jamás se permitió en el viejo esquema del PRI y de acuerdo a su ADN, eso lo trae como si fuera un tatuaje en la piel.
Tiene razón don Jesús: pasado, pesado…
Entonces y por mientras, el “amor y paz” que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tanto anhela y pregona, puede y debe esperar.
¡Ah! Y el país también.