Irreverente

Les platico: fui el único bisnieto varón que tuvo porque cuando se le ocurrió morirse, mi hermano Ricardo todavía no nacía.

Mi abuela -su hija- decía que yo lo abrazaba como si fuera mi papá.

Se llamaba Amado, era a su vez nieto de don Santiago Vidaurri porque se apellidaba Castillo Vidaurri y un día les voy a platicar esa historia.

Ya no me acuerdo de la fecha en que mi bisabuelo murió y menos del día en que nació.

Del día en que nació mi papá sí me acuerdo; fue un 8 de mayo y a lo mejor porque de chiquito se nos escapaba muy seguido de la casa, y de grande, yo era el que se escapaba, alguien me dijo hace tiempo que yo andaba buscando todo el tiempo a mi papá.

Me lo dijo un día en que se dio cuenta del cariño con que todavía sigo abrazando a quienes inconscientemente les calculo que tendrían la edad de mi papá.

El mío dejó de cumplir años hace siete, porque se le ocurrió morirse un día en que me sucedió lo que les quiero platicar:

Había ido a dejar el carro a que le dieran su mantenimiento y como era cliente habitual, el jefe de servicio me llevaba a mi oficina.

Aquel día, a las tres cuadras de recorrido recibí una llamada de mi hermana: “acaba de morir papá”.

Colgué el celular y sin que me preguntara nada, le dije a quien conducía mi carro: “se murió mi papá”.

Sin decir palabra, paró casi en seco, se estacionó como pudo, se bajó, abrió la puerta de mi lado, me bajó y me dio un abrazo de oso que todavía lo sigo recordando. Es que él debía andar pesando como 120 kilos.

Luego, sin decir palabra, volvió al volante y así, mudo, pero con sus ojos vidriosos, me dejó en mi oficina y se fue.

Aquel fue uno de los abrazos más entrañables que he recibido en mi vida.

Me gusta que me abracen. Yo lo hacía igual que como lo hizo conmigo mi amigo de la agencia.

Mi papá me abrazaba poquito, pero cuando se daba, no me quería salir de sus brazos.

Le gustaba mucho el béisbol y las motos. A mí el primero sí pero las segundas no.

Se había “robado” a mi mamá porque mi abuelo se la negó las tres veces que fue a “pedirla”, como entonces se decía.

Es que mi papá era un andariego. Le gustaba treparse a su moto y con ella se nos perdía días enteros...pero siempre regresaba.

Hasta que un día de diciembre de hace 7 años llegó a un hospital y no regresó más a su casa.

Cuando cumplía años decía que no era justo, porque el gusto le duraba nomás un día, pues al llegar el 10 de mayo, los ojos de la casa dejaban de verlo y se volteaban hacia mi mamá.

Hoy es el cumpleaños de mi papá y ya no lo tengo para meterme en sus brazos.

Y pasado mañana es el día de las madres, y la mía, pues ya se me murió también.

Familia

CAJÓN DE SASTRE

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Hoy fue día de fotos viejas, y de recuerdos, viejos también...