Irreverente
Este texto -el original- comencé a escribirlo a mano cierto día no hace mucho en que Bartlett y sus secuaces nos recetaron uno de los muchos apagones de la época del post-neoliberalismo.
Al no haber luz, no había internet y las pilas de mi cel y mi compu estaban más huecas que las cabecitas de muchos que dizque nos gobiernan y legislan.
Por consecuencia, escribí a mano. En mi caso, la zurda, pues lo soy, más no izquierdoso y paradójicamente este el texto más derechista que he escrito en mucho tiempo.
Para empezar, no hay intelectuales de derecha, solo de izquierda. Lo que sí hay de derecha son los vergonzosos "thinktank", y lo digo con conocimiento de causa porque me han invitado, y apenas termino de acomodarme ante la pantalla de la computadora, salgo despavorido por piernas, al darme cuenta de que están formados -la mayoría- por consumados "vendehumo" a los que les debería dar vergüenza cobrar por disertar sandeces dignas de un museo de antropología.
La izquierda se mudó de la política a los escenarios económicos, culturales, artísticas y de la comunicación. Para ellos, la ideología y la cultura son sinónimos de revolución, de transformación (¿4a?).
Los intelectuales de izquierda que se han apoderado del escenario, están íntimamente ligados -por conveniencia mutua- con la sororidad del feminismo a ultranza, que ultraja la esencia de la familia, pretendiendo demeritar el matrimonio y convertir al feminismo en una guerra de las mujeres contra los hombres, para llevarlo a una especie de comunismo sexual que desprecia la maternidad.
Por cierto, para aquellos que creen que sororidad es una palabra arrancada de las mismitas puertas del cielo, les informo que para beneplácito de las feministas -bueno, no de todas- fue incorporada al castellano por la RAE y significa "solidaridad, hermanamiento, complicidad y alianza entre mujeres, y por mi cuenta le agregaría: que caminan juntas en red hacia la igualdad.
Ahora sí, señoras y señores, llegó el momento de explicar que el pasto es verde y no multicolor como algunas banderas.
La derecha abandonó el campo intelectual y se los dejó a los zurdos. Yo lo soy, zurdo, pero mi plumaje no es de esos.
Yo no doy soluciones
Es más, ni siquiera recomendaciones. Más que nombres de personas o partidos, busco llevar a lo interesados hacia otros ejes de la decisión política.
Por consecuencia, suelto nombres de libros a la medida de quienes me preguntan. El que más he recomendado en el último mes se llama "La cultura en el mundo de la modernidad líquida", de Bauman.
Pero aquí hay un problema: a la gente de esta parte del siglo XXI se le olvidó leer.
Por eso admito que decir por quienes no votaré, me hace caer en el garlito de quienes con tal de no leer, cómodamente se ajustan a las recomendaciones.
Advertidos de lo anterior, les platico primero, una acotación pertinente: más que plataforma cibernética -que por definición lo es- mi BigData opera como un método de acuciosa indagación donde ninguna información se publica a menos de que aguante la criba de por lo menos tres fuentes. Ahora sí, ¡Arre!
Aquí está el primero rasgo del perfil de por quienes NO votaré el 6/6: los feministas que adoptan la sororidad sin darse cuenta de que pueden llegar a ir en contra de la esencia misma de la mujer.
En uno de los últimos foros a los que fui invitado, el del Colegio de Monterrey, que puede leer en DETONA, me dio la impresión de que algunos querían que revelara los nombres de mis favoritos o al menos, qué pensaba de los candidatos.
No votaré por los que:
1.- Su CV combina con su atuendo.
2.- Hacen de su convicción una bandera política de conveniencia.
3.- No les alcanza el brazo para hacer un paneo con su celular de los que hacen fila para tomarse una foto con él.
4.- Proponen proyectos condenados a la marginalidad.
5.- Regalan pocos cambios de su postura.
6.- No logran pasar de una postura seria a otra descontracturada.
7.- Pronuncian mensajes que podrían estarse diciendo en cualquier local del centro comercial o mall de moda.
8.- Hablan como buscando cómplices entre su audiencia.
9.- Se paran ante la audiencia como si fuera un espejo, pues no dejan de acicalarse el pelo o la ropa o ambos y les peguntan a sus ujieres "¿cómo me veo?" y éstos le responden: "como un brillante dólar siendo que no reflejan ni la opacidad de un humilde penny.
10.- Actúan como si les molestara dar argumentos de lo que propagandean ellos o sus propagandistas.
11.- Dicen que a los hechos no les importan los sentimientos y usan esta frase como munición contra sus detractores.
12.- Todavía no saben -porque no hay nadie en sus wateroom -perdón, war room- que les enseñe que ahora, hay que pasar de lo épico al orgullo, que es lo que mueve a la gente, el orgullo de votar por alguien, no la guerra de la cual salió airoso.
13.- Se repliegan ante lo que suponen es un peligroso progresismo cultural, donde la gente cada vez sabe más y exige en consecuencia, más de sus gobernantes y legisladores.
Abusan de teorías delirantes maquilladas con un falso marco teórico y un discurso académico sin sentido alguno.
14.- Dejan que sus asesores sigan metiendo mano en sus discursos.
15.- Se identifican más con la serpiente -símbolo de los libertarios- que con el corazón azul de la vida.
16.- No reniegan de su ego.
17.- No repiensan antes de discursear. Es más, que no piensan antes de hablar.
18.- Creen que el barrio se está poniendo naranja por Samuel, siendo que es por Luis Donaldo.
¿Querían nombres de personas? Lo siento.
Por eso, el autor que más leo en estos días es Santo Tomás, pues me ayuda a pensar en el orden natural de las cosas: "serás como debas ser o serás excluido".
CAJÓN DE SASTRE
"Amén", pronuncia la irreverente de mi Gaby.