El Oxxo más cercano está a 8 horas caminando desde su casa. Vive en el corazón de la Sierra Tarahumara desde hace más de 40 años y dejó todas las comodidades de su casa natal en California para formar parte de una de las comunidades más agraviadas de México, la de los rarámuris.

Les platico: Se llama Romayne Wheeler y la noche de éste miércoles ofreció un concierto de piano en San Pedro Garza García, acompañando a su ahijado Romeyno Gutiérrez Luna, para reunir fondos en ayuda de miles de tarahumaras como él, que literalmente están muriendo de hambre y frío debido a que por un lado, los programas de asistencia social del gobierno federal no llegan y por el otro, son víctimas del crimen organizado que les pide “piso en especie” para dejarlos en paz.

Lo de “piso en especie” consiste en que -como me lo dijo mi compadre Juan Surá, gobernador rarámuri del poblado Guachochi- al darse cuenta los delincuentes que no pueden pagar los $300,000 pesos que les exigen, les pidieron que talaran árboles para pagarles con madera.

Para los tarahumaras, cortar un árbol es como si se cortaran sus piernas. Se niegan a hacerlo y prefieren emigrar todavía no saben a dónde, y dejarles sus tierras a los malosos.

La noche del concierto, Romeyno se presentó ante el público sin mencionar para nada las vicisitudes por las que atraviesa su pueblo.

La alegría de las danzas que interpretó contrasta con la tristeza de quienes en estos mismos momentos, en la Sierra Tarahumara, sufren lo indecible ante una mezcla de injusticias e ineficacias de gobiernos de los tres niveles.

Pacíficos y callados como son los rarámuris, en octubre tuvieron que llegar al extremo de bloquear la caravana de camionetotas que transportaba al presidente López Obrador a su paso por el poblado San Juanito para decirle con pancartas y a gritos que tienen hambre.

En respuesta, el mandatario les dijo que en el 2020 va a llegar a esos lugares el programa “Sembrando Vida”, que estará a cargo del llamado “Delegado de Bienestar” de Chihuahua, Juan Carlos Loera de la Rosa.

Pero los rarámuris acusan al tal Loera de tenerlos olvidados, de quedarse con la ayuda que envía la federación y también lo señalan de tener trabajando en sus oficinas a familiares suyos.

En Guachochi viven más de 23,000 personas, 65% de las cuales están en pobreza extrema, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el Coneval.

Mi compadre Juan me dijo que los tarahumaras no quieren depender de nadie, sino trabajar, porque sin trabajo no se puede hacer nada más que dedicarse a traficante y ellos no le entran a ese jale.

Fue muy categórico al decirme que en diciembre del año pasado, el nuevo gobierno les quitó el programa Prospera, del cual se ayudaban para sobrevivir.

“Ahora, ya no comemos pinole porque no tenemos maíz. Comemos quelite en vez de la Maseca que antes nos traían”.

Los mismos datos de Coneval revelan que el 70% de las comunidades tarahumaras están por debajo de la línea básica de bienestar.

En su respuesta a ésta situación, López Obrador prometió que el programa “Sembrando Vida” arrancaría con 25,000 hectáreas para generar 10,000 empleos. Pero Juan dice que “el mentado programa se está tardando demasiado y ahora que viene el frío muchos nos vamos a morir”.

A raiz del artículo que publiqué donde Juan me pide que le escriba al presidente para que les ayude, me llamaron y enviaron mensajes muchas personas de todas partes de México y del extranjero, preguntándome cómo pueden ayudar a ésta gente.

Los rarámuris desconfían del delegado Loera de la Rosa, no así de quienes integran la Fundación José A. Llaguno APB, que ayuda a esas comunidades desde hace 26 años.

Mina y Juan Llaguno, promotores de dicha Fundación junto a muchos colaboradores, fueron los organizadores del concierto de éste miércoles y me dijeron que toda la ayuda que están consiguiendo con eventos como ese se queda corta ante la magnitud de las carencias que sufren los rarámuris.

Ellos operan tres programas para llevar educación, seguridad alimentaria e hídrica a las comunidades de la sierra y capacitan a sus pobladores para que ellos trabajen en un sistema de autogestión y autodeterminación para lograr su autonomía.

Pero esto no es suficiente, porque hace falta que el gobierno intervenga para frenar a las bandas de criminales que los hostigan.

En vista de que la ayuda que envía la federación no fluye o se está quedando en las manos del “Delegado de Bienestar de Chihuahua” -vean ustedes nada más qué incongruencia de nombre- la respuesta que estoy dando a toda la gente que busca cómo apoyar a esas comunidades, es canalizar sus recursos a través de la Fundación que administran Mina y Juan. A través de ellos, la ayuda llega a los rarámuris, es un hecho.

Entonces, para ponerse en contacto con ésta organización, se puede llamar a los teléfonos (81) 8347 5299 y (81) 8346 3977, de lunes a viernes, con Carla Hernández o Carolina Gutiérrez. Correo oficina.mty@tarahumara.org y el domicilio es Dos de Abril 1985, Colonia Roma, Monterrey, N.L. CP 64700.

 

CAJÓN DE SASTRE

“A ayudar se ha dicho. Pongámonos la mano en el corazón”, dice mi Gaby y yo la secundo, recordándoles que Surá -el apellido de mi compadre- significa “corazón” en castellano.

placido.garza@gmail.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Es miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 40 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras, de distinguidos comunicadores. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.