El 13 de diciembre pasado en #AristeguiEnVivo, el nuevo secretario de educación, Esteban Moctezuma Barragán (EMB), afirmó que cambiará el “paradigma educativo” mexicano en el que será válido copiar para fomentar el trabajo en equipo y donde no se utilizarán los exámenes como mecanismo único para medir el conocimiento. De acuerdo con EMB “las funciones principales que tendrá la nueva reforma educativa será la de promover la enseñanza colectiva en los salones de clase, motivo por el cual se vale y se debe copiar, hecho que gustará a varios estudiantes.”

Son lamentables las ocurrencias de la 4T en materia educativa. Se aprecia que no tienen un planteamiento serio sobre un nuevo modelo pedagógico que efectivamente transforme, para bien de los estudiantes, las prácticas de aprendizaje de los docentes y, con ello, los aprendizajes de sus alumnos. O, bien, no utilizan correctamente el español ya que, de acuerdo con la Real Academia Española, copiar significa: “Reproducir con exactitud [una cosa]” e “imitar [algo o a alguien]”. Y el acto mecánico de reproducir no tienen nada que ver con la actividad intelectual de aprender. Efectivamente, cuando un alumno copia a otro un trabajo, una tarea o las respuestas de un examen lo único que se practica es la acción poco ética de “hacerle trampa al docente”, haciendo pasar como suyo un producto que le plagió a un compañero. Entonces, promover la copia entre los alumnos, no solo no promueve el aprendizaje, sino que promueve conductas que no son morales ni éticas.

Sin embargo, si como dice EMB, de lo que se trata es de que los alumnos aprendan a trabajar en equipo, el término o la acción de copiar está incorrectamente utilizado. Aprender a trabajar en equipo tampoco ocurre porque se les pida a los alumnos que se junten para resolver una tarea o un problema. Lo que usualmente sucede en estos casos es que los alumnos más aplicados resuelven el problema (o la tarea) y los más atrasados solo participan poniendo su nombre en el equipo del cual forman parte. Como en el esquema de la 4T tampoco se va a medir individualmente el aprendizaje de los alumnos con (solo) exámenes de conocimientos, no habrá forma de saber cuánto sabe un alumno de un tema en específico y, por lo tanto, que se requiere para mejorarlo. En estos esquemas, que no son nuevos, los docentes califican a sus estudiantes con base en: las tareas realizadas (copiadas o no), la participación en clase (buenas o malas), la asistencia y puntualidad y el comportamiento dentro del salón de clases. Sin embargo, ninguna de estas actividades es un buen indicador de lo que aprenden los estudiantes. Lo que verdaderamente garantiza que un estudiante aprendió algo es que éste sea capaz de utilizar el conocimiento adquirido para resolver un problema que no haya visto en clase; es decir, que no lo pueda resolver solo porque se memorizó la respuesta o los pasos para llegar a ella, sin haber comprendido a fondo la forma en que llegó a la solución del problema.

La evaluación de los estudiantes que no privilegian la solución de exámenes de conocimientos, como el que propone la 4T, se ha utilizado en México por mucho tiempo. Sin embargo, lo que estos mecanismos promueven no es el aprendizaje a profundidad (que es lo que verdaderamente importa), sino los comportamientos que le agradan al profesor y que le hacen más fácil el control del grupo (estar callado, poner atención, ser obediente, realizar tareas en silencio, etc.). Por ello, las calificaciones con las que egresan los estudiantes de un nivel educativo, no corresponden con las calificaciones que estos estudiantes obtienen en las evaluaciones nacionales e internacionales de aprendizaje, como las de Planea (INEE) y PISA (OCDE).

En resumen, un modelo educativo que fomenta la copia en clase y que no privilegia la evaluación del conocimiento con instrumentos válidos y confiables no garantiza que los estudiantes puedan superar el talón de Aquiles de todo sistema educativo, particularmente el mexicano: el aprendizaje de conocimientos y habilidades necesarios para tener éxito en la vida académica, laboral y social. Esto se podrá comprobar fácilmente con los resultados de las evaluaciones estandarizadas de logro académico que realice y participe México en un futuro.

 

El autor es Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A.C. y Expresidente de la Junta de Gobierno del INEE