Antes que partido, MORENA surgió como un movimiento social encabezado por el actual Presidente de México Andrés Manuel López Obrador. El Movimiento de Regeneración Nacional luego cubriría, en el 2014, la formalidad de un organismo político ante el Instituto Nacional Electoral.

Bastó, en el 2015, solo una elección intermedia federal y otras de carácter local, en un período de tres años, para que MORENA se posicionara como cuarta fuerza política nacional y luego arribara, el 2018, a una elección presidencial apoyada en una ciclónica base popular que prácticamente hizo giras a los partidos tradicionales como el PRI y el PAN.

MORENA existe como partido formal, como ente jurídico que participó en un proceso electoral, pero su emergencia torrencial obedece a una figura central que la inmensa mayoría de los mexicanos liga estrechamente con el Presidente de México. En una palabra, Andrés Manuel López Obrador es MORENA.

Mientras el MORENA formal tiene una base de militante difusa y reducida, el MORENA de López Obrador no solo se sustenta aún en un alto porcentaje de los millones de ciudadanos sin partido que votaron por él, sino en un padrón mucho más sólido y tangible: Ese que conforman los casi 30 millones de tarjetahabientes de los programas impulsados desde la Secretaría del Bienestar.

Sin duda las políticas públicas de AMLO, dirigidas centralmente a operar modelos de desarrollo donde participen directamente todos los miembros de los sectores productivos, será parte de una segunda etapa en tanto se consolidan y se organizan mejor los apoyos económicos que directamente hace llegar a los millones de mexicanos más vulnerables.

Es decir, estamos hablando de que el padrón del MORENA real que encabeza el Presidente se consolidará aún más cuando lo integren pescadores, pequeños y medianos productores del campo, obreros, campesinos y toda una amplia gama de trabajadores sindicalizados que están abandonando la CTM, la FSTSE y otros sindicatos que fueron afines al PRI. De hecho, este último trabajo lo opera ya la CATEM (Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México) que encabeza Pedro Haces.

Queda claro que coexisten dos MORENAS: una real que encabeza AMLO con el movimiento social que lo llevó a la presidencia de la república y la otra formal que, como partido, permitió la competencia en las urnas por lo que millones de mexicanos sufragaran a favor de un régimen distinto al PRI y el PAN.

Por eso, es importante reflexionar sobre el MORENA que los mexicanos tienen en la cabeza y el MORENA que dirige Yeidckol Polevnsky, cuyo impronunciable nombre la mayoría de los mexicanos de a pie desconoce, al igual que el de la gran parte de los dirigentes en los Estados donde por cierto, en varios de ellos, no existe dirigencia formal.

MORENA como partido político carece no solo de estructura y de liderazgos visibles, sino de un padrón que dimensione realmente sus alcances de operación electoral y social. Hasta ahora, ese partido no termina por conformarse y, se reitera, su sustento descansa en los hombros del Presidente AMLO y su respaldo social.

Lo único que explica justamente que, ante su desorden interno, a pesar de todo, el MORENA formal sobreviva, es porque el MORENA real de AMLO sigue ganando elecciones. Explica también por qué en estados y municipios donde gobernadores, alcaldes y diputados locales de MORENA no han dado el ancho, las encuestas sigan relacionando a ese partido con el Presidente de forma positiva.

López Obrador y su partido, siguen siendo aceptados a pesar de la merma que le ha significado la fauna de acompañamiento, la morralla de la tómbola electoral donde hasta la ignorancia se coló porque no hubo sensatos que aceptaran candidaturas.

También eso explica que en los diversos niveles de gobierno morenista haya de todo, como en las grandes familias, vivos y tontos; funcionarios y diputados sin idea del cambio. Que haya también gente comprometida, pero igualmente pícaros que nada tienen que ver con la llamada Cuarta Transformación del régimen.

Mientras el MORENA formal convertido en partido navega en el soberano desmadre, sin estructura y sin padrón, el MORENA real de López Obrador, a través de sus políticas de Estado, consolida un padrón de beneficiarios que, en la coyuntura electoral del 2021, será más letal e indestructible que el 2018. Es muy sencillo: No es la misma un gobierno que beneficia a las mayorías, que aquellos que sirvieron solamente a las cúpulas económicas-financieras. Por eso al PRI y al PAN, les fue como en feria. Se agandallaron cabrón.

Si AMLO los destrozó sin poder, habría que ver cómo les va ahora cuando el tabasqueño es dueño de la cancha, del balón, de los jugadores y empieza a controlar a los árbitros y, sobre todo, incidir plenamente en los gritos de los aficionados.

El 2021 no será un tsunami, será el apocalipsis para el PRI y el PAN si se empecinan en hilvanar un discurso a partir, únicamente, de descalificar sistemáticamente lo que hace o deja de hacer Andrés Manuel López Obrador. La neta: No entienden que no entienden.