Nada nuevo se vio en el registro de aspirantes a la dirigencia nacional del PRI, más que la obligada garantía de audiencia otorgada a cuatro de las siete fórmulas que el sábado pasado solicitaron su registro para participar en la contienda interna.
Es solamente el cumplimiento de una formalidad que no hace ni transparente, ni democrático, al longevo Revolucionario Institucional (PRI), cuyas arraigadas prácticas afloraron en el mismo acto de registro, como, por ejemplo, la línea y la cargada.
Ahí estaban comités directivos estatales completos aclamando una candidatura. Y no es la persona, sino el hecho con todas sus implicaciones y lecturas. Como dice la vox populi: “Genio y figura, hasta la sepultura”. Así se ve el PRI, sin prescindir de sus prácticas estando solo pasos de la nada política.
¿Por qué? Ahí lo interesante.
Una lectura: Quizá a nivel nacional intentan un paso de la muerte como en el estado de Oaxaca, donde en el 2010 el Revolucionario Institucional perdió la gubernatura y su mayoría en el Congreso Local, en una contienda que parecía hasta pactada entre la oposición y priistas.
Varios de esos priistas luego aparecieron en el gabinete de Gabino Cué Monteagudo, quien ganó la gubernatura vía una coalición PRD-PAN-PT-Convergencia; además, por cierto, con el respaldo de Andrés Manuel López Obrador, de presencia indiscutible en Oaxaca.
Ni Gabino, ni dicha coalición trascendieron; fue debut y despedida. Luego llegó la elección de 2016 y el PRI recuperó fácilmente la gubernatura, pero no el Congreso local. Y en los comicios concurrentes del 2018, se redujo casi a la nada política al obtener solo seis diputaciones locales de un total de 42; Morena se quedó con la mayoría.
Sin embargo, Morena es solo una mayoría de membrete; la batuta la llevan los priistas. Porque amén de la profunda división interna de los morenistas, éstos y sus aliados (con honrosas excepciones) siempre parecen estar a las atentas órdenes del partido gobernante en tal entidad. Pero esa es otra historia.
Retomando el tema: ¿Fraguan algo similar? Pues sería muy ingenioso. Aunque quién sabe si a nivel nacional pueda dar resultados; las condiciones son distintas a las de provincia.
Sin embargo, no hay que perder de vista a todo un cerebro en la ingeniería electoral del PRI: José Murat Casab, actual dirigente de la Fundación Colosio, quien no solamente conoce el teje y maneje interno, sino también conoce a la oposición.
José Murat creció con la oposición. Era el cuadro (dicen) que hacía la tarea para controlar opositores, la cual le dio la oportunidad de hacer amigos. Entonces, ¿quién no construye alianzas con los amigos?
Además, siendo de la vieja guardia priista, conoce a quienes migraron a otros partidos. Por ejemplo, tiene muy buena relación con Ricardo Monreal Ávila y con el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador. Vaya, el priista no es suicida.
Por algo los morenos no se meten con Oaxaca, donde el gobernador Alejandro Murat Hinojosa también les da su lugar. Como reza la filosofía popular,“mata dos pájaros de un tiro”: Velaría por los intereses de la entidad y por el suyo mismo con miras a aspiraciones nacionales. ¿O no?
Vaya, en la guerra y en el amor todo se vale. Y los priistas se lo toman casi literalmente.
Quién sabe qué fraguan, pero algo fraguan.
Lo que sí es evidente es que en el proceso interno en marcha, los priistas no se están jugando nada más la dirigencia nacional, sino las mismas candidaturas a todos los cargos de elección popular federales y locales para comicios venideros, así como la integración de los comités estatales y municipales.
Todos.
GARANTÍA DE AUDIENCIA
El sábado pasado, la Comisión Nacional de Procesos Internos del PRI recibió las solicitudes de registro de siete fórmulas que aspiran a la titularidad de la presidencia y de la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional para el periodo estatutario 2019-2023.
Y son las siguientes: Margarita Santos Mendoza y Aurelio Juárez González; Ivonne Ortega Pacheco y José Alfaro Cázares; Alejandro Moreno Cárdenas y Carolina Viggiano Austria; Benjamín Russek de Garay y Linda Obregón Bravo; Lorena Piñón Rivera y Daniel Santos Flores; Ulises Ruiz Ortiz y Coral Valencia Bustos, y Juan Antonio Santana Ayala y Ramiro Díaz Hernández.
Y a cuatro de ellas otorgó la garantía de audiencia: Las encabezadas por Juan Antonio, Ulises Ruiz, Benjamín Antonio y Margarita Santos. Porque les faltaba cumplir con algún requisito, que van desde la paridad de género hasta los porcentajes del respaldo de sectores, organizaciones y comités estatales.
La Comisión les dio 48 horas para cumplir. Y a más tardar el 25 de junio expedirá los dictámenes correspondientes a las solicitudes recibidas. O sea, a más tardar mañana se sabrá qué registros procedieron.
¿Todos, previo el cumplimiento de requisitos?
¿O la garantía de audiencia cantó el nombre de los descalificados? Ya se verá en próximas horas.
Amén de cualquier proceso interno simulado, hay requisitos que pueden resultar un dolor de cabeza si se impugnan: Los porcentajes, sobre todo cuando se relacionan con padrones de militantes.