No se concibe a Sinaloa sin su violencia y su inseguridad derivado principalmente del narcotráfico y el crimen organizado y desorganizado que son los que en realidad mandan en el estado. Tenemos cifras de muertos equiparables a un estado de guerra y no hay semana en que no se detenga a algún narco con un arsenal de armas listas para defender sus tierras y zonas que controlan.

Lo más lamentable de vivir en un estado así, es que el sueño de niños de doce o trece años es ser narco para tener armas, les canten corridos y viajen en vehículos de un millón de pesos. Lo mismo sucede con las niñas de esa edad para adelante que aspiran a ser “robadas” por algún narco para salir de su condición de pobreza o condición desfavorable. Aquí son muchos los jóvenes que no aspiran a ser médicos, abogados, psicólogos o ejerciendo cualquier otra profesión. Aspiran a lo fácil, a lo “cuichi” dirían por estas tierras.

Aquí nacieron grandes capos del narcotráfico como el Chapo Guzmán, el Güero Palma, el Mayo Zambada o Amado Carrillo. Gobiernos van gobiernos vienen y la narcocultura sigue permeando, escuchamos narco corridos hasta en bautizos o primeras comuniones, la gente sueña con grandes camionetas, corridos y mujeres que evidentemente pasaron por más de una decena de cirugías para llegar a estar como están.

Las mujeres en estas tierras son convertidas en lienzos para ser pintadas al gusto de su narco galán o suggar daddy. ¿A qué me refiero? Sencillo, ellos eligen a una “chavita” con potencial y ellos las transforman a como ellos quieran cueste lo que cueste, incluso la vida de ella con tal de tener su propia “Barbie”. Lo triste de esto es que, al perder a su benefactor, estas mujeres terminan desfiguradas y son discriminadas tanto por las empresas al buscar un trabajo como por la sociedad al quedar marcadas de por vida ya que los implantes se deben cambiar cada tanto tiempo.

En los últimos meses principalmente en la ciudad de Culiacán se vive un estado de violencia e inseguridad pocas veces visto. Conozco a al menos una veintena de personas que de enero para acá han sido víctimas del crimen organizado. Lo peor del caso es que tanto el presidente municipal Jesús Estrada Ferreiro como el gobernador Quirino Ordaz Coppel no hacen nada pues tanto uno como el otro aseguran que lo que se vive en Culiacán y en todo el estado simple y llanamente es una psicosis colectiva amplificada por las redes sociales principalmente Facebook.

Tanto el alcalde como el gobernador le dan palmaditas a sus gobernados y principalmente a las mujeres y las invitan a usar chicharras o gas pimienta para su defensa ¿Qué acaso no fueron electos para garantizar la paz pública de la ciudad y del estado? ¿Esperan una catástrofe para ahora sí tomar al toro por los cuernos? ¿O esperan que sean los mismos criminales los que pongan el alto como ha sucedido en otras ocasiones?

Están encendidos los focos rojos por la violencia que hay en Sinaloa hacia la mujer ya que son decenas y decenas de casos de violación, de acoso y de asesinatos que no se van a detener con solo buenos deseos de las autoridades y con paliativos como son las chicharras y el gas pimienta. Lo que están incentivando es que una mujer defendiéndose con esas dos armas blancas sea atacada con mayor fuerza y mayor crueldad.

Lo crítico del asunto es que el crimen está en todos los rubros como son los feminicidios, las violaciones, el robo en vía pública, asaltos a empresas, robo a casa habitación, robo de vehículos o autopartes, asalto en transporte público, etc.

Sinaloa es tierra de nadie, una perpetua zona de desastre. Los que tienen suerte y dinero mandan a sus hijos a estudiar a otros estados o incluso a otros países para poder dormir en paz sabiendo que, aunque estén lejos, están más seguros que viviendo en Culiacán o en Sinaloa. Esperan también que ellos decidan no regresar y hagan vida ya sea en Monterrey, CDMX, Guadalajara, EdoMex o Puebla.

La guerra quizá acabó para AMLO hace un mes en su discurso a los medios, pero en la vida cotidiana del mexicano y principalmente del sinaloense no ha terminado sino todo lo contrario. No basta decir que se pone fin a la guerra contra el narco, se debe actuar con inteligencia y dar golpes contundentes a quienes le quitan la paz y seguridad al mexicano. El narco se ha filtrado en las fibras más profundas de las organizaciones y el gobierno. Y si Andrés Manuel quiere limpiar el aparato gubernamental no puede hacerse de la vista gorda ante los narcopolíticos y el narco estado en el que vivimos millones de ciudadanos.