-Segundo de dos-
No deja de sorprender que se hable de economía y no de empleo cuando el fin último y principal de la actividad productiva es el trabajo, que da sustento a familias, y es llave de bienestar… o malestar, si –como en los tiempos actuales- hay despidos enormes.
Por ello, para entender por qué hay 34 millones de mexicanos en precariedad laboral -sumando los que están desocupados, sub ocupados y quienes padecen desempleo disfrazado- hay que indagar, primero, en las razones y sin razones de que el crecimiento económico languidezca, y el país se empantane en la crisis más grave de casi un siglo.
¿Por qué?
Esa es la pregunta.
DESENREDANDO LA MADEJA
La Encuesta Sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía que levanta el Banco de México explora la pregunta clave.
¿Cuáles son los obstáculos al crecimiento económico de México, que -hoy por hoy -atraviesa tiempos sombríos?
No dejan de sorprender los resultados del sondeo más reciente, de mayo.
Ahí está la madeja a desenredar para entender los niveles de alarma que ha alcanzado el problema del empleo, que ha penetrado al corazón de los hogares del país, afectando el tejido social de 120 millones de mexicanos, y a la fuerza de trabajo, que antes de la pandemia era de 58.4 millones, y se “encogió” a 45.5 millones por el limbo laboral en el que cayeron 13 millones de mexicanos por el confinamiento.
La primera sorpresa es que contra lo que se cree, de que las trabas principales al crecimiento económico son externas -producto de la crisis económica que llegó importada por el coronavirus- no, no es así.
Los expertos que consulta Banxico -que sí saben de lo que hablan- apuntan hacia factores internos, como la principal causal, para reencauzar la actividad productiva, y el empleo.
Así es: de casa.
Hechos aquí. Cocinados en lo que eufemísticamente se ha dado en llamar como la Cuarta Transformación.
Vea la gráfica que acompaña a estos comentarios.
73%, RAZONES DE CASA
Cuando se preguntó a los especialistas, que inhibe el crecimiento respondieron lo siguiente:
1.- Un 41% dijo que, por factores internos, principalmente la incertidumbre económica y la debilidad del mercado interno.
2.- Un 23% respondió que la gobernanza, concerniente a incertidumbre en la política interna, problemas de inseguridad pública y -en menor grado- la corrupción y los problemas del estado de derecho.
3.- Un 9% mencionó que, por la política de gasto público del gobierno, aludiendo -sin decir- a la negativa del gobierno federal y el grupo que lo encabeza, a apoyar a la planta productiva –principalmente trabajadores- con mayores recursos, etiquetado por tirios y troyanos como inacción fiscal ante la crisis externa, dejando que cada quien se rasque con sus uñas.
Estos tres factores son -insisto- de casa.
La suma de los tres, alcanza el 73% de las respuestas.
Así que en relación a la pregunta de porque México no crece, el 73% obedece a razones internas, atribuibles a la esfera discrecional de la política pública, a decisiones conscientes.
Más claro ni el agua.
Repito: la crisis -sí- es externa, pero los impedimentos mayores para crecer aluden al ámbito interno, de la política pública del gobierno en turno.
¿Y la causalidad que viene de fuera?
No es intrascendente, pero pesa menos: el 26% de las razones de que la nación mexicana no crezca como debe, reside en la debilidad del mercado externo y la economía mundial, de acuerdo a los expertos entrevistados.
MÁS TELA DE DONDE CORTAR
Visto con lupa, el peso de las variables internas en el grupo de razones que impiden el crecimiento económico, tiene más tela de donde cortar.
En el artículo que comentamos ayer de El Economista, de Felipe Morales y Gerardo Hernández, con el título de “pandemia aumenta déficit laboral, 34.3 millones de mexicanos necesitan empleo”, uno de sus entrevistados -Carlos Ramírez, director de Desarrollo de Negocios de Integralia Consultores- pone el dedo en la llaga sobre cuatro variables de naturaleza interna, que profundizan la -ya- grave crisis del mercado laboral que azota al país.
A saber:
1.- El manejo inicial de la crisis de salud. Sin decirlo, alude a que una estrategia fallida de contención del virus -sin pruebas, con estrategias de muestreo de baja confiabilidad, con déficit de atención en insumos hospitalarios- prolongará la vida del COVID entre nosotros, y por ende complicará más la reanudación de actividades, y la recuperación de la economía.
2.- Un mal regreso a las actividades productivas, que está siendo descoordinado. A diferencia de las naciones europeas, el retorno a la normalidad económica en México ha sido todo menos que eso -normal-. En cambio, sí, azaroso, sin la fuerza y directriz de una autoridad central -dejando al albedrío a los ámbitos estatales o municipales- y, peor aún, dando luz verde a las actividades cuando aún no se alcanza el pico de la pandemia, lo que conducirá -como ya está pasando en estados como Nuevo León- a imponer de nuevo medidas para el control de la movilidad. ¿Cómo en este caldo de cultivo es posible germinar un ambiente sano y firme para la reactivación económica?
3.- Señales equívocas para la inversión privada. Todo está a la vista. Hay poco que comentar. La 4t -en la praxis no la retórica- es abiertamente anti empresarial, proclive a la ineficiencia por ejemplo con el combate a las energías limpias. La nómina de factores que estorban a la economía -que inhiben la inversión- citada por los especialistas de Banxico, es elocuente en este punto.
4.- No hay un programa de rescate a la planta productiva. Está también clarísimo. Dicho por tirios y troyanos. Cuando al preguntar qué limita el crecimiento 9% de los encuestados por Banxico respondieron que la política de gasto público, aludiendo al nombre del problema: inacción; y, al apellido: fiscal.
SE PROFUNDIZARÁ EL PROBLEMA
En estas circunstancias, el monumental problema de necesidad de empleo, que golpea ya a 34 millones de miembros de la fuerza laboral del país, se profundizará.
El propio Banxico desentraña el enredo: no puede ser de otra manera, si la economía caerá como plomo en 2020; un 17.9% en el segundo trimestre del año, un 6.08% en el tercero, un 2.52% en el cuarto y -a lo largo de 2020- un 8.97%; por cierto, más optimista que el FMI, quien vaticinó una contracción -histórica- de 10.5% en este año memorable.
Sin crecimiento, no hay empleo, o más empleo.
Y -mucho menos- cuando los entuertos se cocinan en casa.
El mercado laboral en México es un caldero en ebullición, con presiones centrífugas, las cuales -en ausencia de correctivos- estallarán, con efectos múltiples en el tejido social.