Los dos últimos líderes del PRI con ideas reformistas, Alberto A. Madrazo y Luis Donaldo Colosio, murieron en condiciones trágicas e igualmente sospechosas. El primero en un avionazo, el 4 de junio de 1969, cuatro años después de haber renunciado al cargo por discrepancias con el presidente Gustavo Díaz Ordaz, y el segundo de un disparo en la cabeza, el 23 de marzo de 1994, al término de un mitin de su campaña presidencial, boicoteada desde Los Pinos por Carlos Salinas de Gortari y su hermano Raúl.

Madrazo, quien perteneció en su juventud a los Camisas Rojas, organización socialista anticatólica liderada por Tomás Garrido Canabal, fue gobernador de Tabasco en el periodo 1959-1964. Su presidencia en el PRI duró menos de un año, suficiente para impulsar una corriente democratizadora cuyo propósito consistía en eliminar el dedazo y permitir a la militancia elegir a sus candidatos, no el presidente ni los gobernadores. El ensayo resultó exitoso, pero suponía en peligro la presidencia imperial.

El accidente donde murió Madrazo, su esposa Graciela Pintado y decenas de personas, entre ellas el tenista Rafael “el Pelón” Osuna, ocurrió cinco meses antes del destape de Luis Echeverría como candidato presidencial. El Boeing 727X-SEC de Mexicana de Aviación preparaba su aterrizaje en el aeropuerto internacional de Monterrey cuando se estrelló en el cerro Tres Picos de la sierra del Fraile. Antes de impactar, la nave explotó en el aire, según testigos. Por su liderazgo, oratoria y simpatía, Madrazo se había convertido en un riesgo para el sistema.

Luis Donaldo Colosio presidió el PRI la mayor parte del sexenio salinista. En 1989, su partido perdió la primera gubernatura, en Baja California, con el panista Ernesto Rufo. En 1992 asumió la Secretaría de Desarrollo Social y al año siguiente fue postulado para la presidencia. Su discurso del 6 de marzo de 1994, frente al Monumento de la Revolución, marcó su ruptura con el clan Salinas y su grupo (José María Córdoba Montoya, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, entre otros), quienes lo presionaban para renunciar a la candidatura.

Frente a miles de priistas e invitados y un país indignado por la corrupción, los excesos del salinato y la ostensible infiltración del narcotráfico en la política, Colosio sentenció: “Veo un México con hambre y sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla; de mujeres y hombres afligidos por el abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. Dos semanas después fue abatido en la colonia Lomas Taurinas de Tijuana por Mario Aburto Martínez, “el asesino solitario”, según la verdad histórica del gobierno de Salinas.

Roberto Madrazo Pintado, hijo de Alberto A. Madrazo, también ocupó la gubernatura de Tabasco y la jefatura del PRI, pero tomó el derrotero de la antidemocracia y la corrupción. En 2006 impuso su candidatura presidencial y fue apabullado en las urnas. Un año más tarde lo descalificaron del maratón de Berlín por hacer trampa. Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del candidato asesinado, y crítico del PRI, se mantuvo alejado de la política. Movimiento Ciudadano lo presentó como candidato a diputado por uno de los distritos de Monterrey para las elecciones del 1 de julio, y ganó. En un futuro no lejano podría ser gobernador de Nuevo León, y luego...