Un cambio eficaz, una transformación integral, implica muchas veces desandar los caminos andados. Seguir nuevos protocolos, usar nuevos ingredientes, rotar al elemento humano… en síntesis, romper con los viejos paradigmas y establecer los nuevos. De ahí la premisa tan socorrida y repetida hasta el cansancio por todo vendedor de recetas para el éxito: “Para obtener resultados diferentes, hay que hacer cosas diferentes”.

Si el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pretende no seguir la ruta de sus competidores tradicionales PRI y PAN, los dos institutos políticos más viejos del sistema de competencia electoral mexicano, debe con urgencia hacer un alto antes del ya próximo proceso electoral y, reflexionar en lo siguiente:

El catabolismo de aquellos dos mastodontes de la política, PRI y PAN, apareció cuando tras la inspiración y el sacrificio de sus primeros impulsores, con sus más nobles causas, surgieron los primeros herederos de los beneficios, económicos y políticos, de la cercanía con el poder: la burocracia partidista. Una estirpe que nació sin sacrifico, al amparo del privilegio y de la demanda perpetua de todo para subsistir.

Hijos, recomendados, entenados políticos y beneficiarios afectivos de los dirigentes, fueron llegando a esos dos partidos en los últimos tiempos para conformar la llamada “burocracia partidista”, que se apoderó de un tiempo a la fecha, del quehacer partidista en todos los órdenes, heredando por la vía del “dedazo” o de forma dinástica, el poder de decidir al interior de los partidos, sin esfuerzo ni mérito alguno.

Esos dos partidos se volvieron dos grandes mastodontes reumáticos y parsimoniosos, que están a punto de extinguirse del firmamento, tal como ocurrió con las bestias del pleistoceno.

Ese descendiente de estos, el elefantito recién nacido -que es Morena- ya da visos de querer volverse reumático, pasivo y flojo como sus antepasados PRI y PAN.

Y es que al surgimiento de esta burocracia partidista, se está cerrando la puerta al resto de la militancia en la toma de decisiones y en la configuración de lo que será en el futuro inmediato o lejano, el nuevo gran protagonista de la política mexicana que es –o puede llegar a ser- Morena.

Tan sólo en una entidad, en Baja California Sur, donde se elegirá gobernador, alcaldes y diputados federales y locales en 2021, Morena ya está actuando con los peores vicios y defectos de los viejos partidos, en un asombroso como vertiginoso proceso de descomposición.

El carcinoma se detectó cuando a inicios de este año, los llamados “Servidores de la Nación” (promotores territoriales de los programas de bienestar social federales en la entidad) fueron convocados de urgencia por los mandos superiores de la “superdelegación” que coordina esos programas en la entidad, a cargo del senador con licencia y a la vez superdelegado en esa entidad, Victor Manuel Castro Cosío, para empezar a hacer el trabajo de ‘proselitismo disfrazado’ desde las oficinas de los programas, a favor del propio funcionario, en su pretensión por la candidatura al Gobierno del Estado.

Cabe señalar que el superdelegado Castro Cosío ya contendió por Morena en el 2015 por la gubernatura y perdió ante el actual gobernador panista, Carlos Mendoza Davis, pero está “aferrado” a querer ser de nuevo el abanderado, no obstante los números no le dan.

Al parecer en Morena, desde el centro del país, se pretende imponer, por encima de la voluntad de las militancia de ese partido, a Castro Cosío, quien incluso no goza de cabal salud, ya que fue internado de urgencia en agosto pasado por Covid-19, habiéndose restablecido afortunadamente de salud; el tema es que se pretende una imposición del candidato a gobernador, al parecer, por alguno de los sectores que ven a Morena desde la Ciudad de México, como coto patrimonial… ¿‘Marcelistas’, ‘monrealistas’, ‘bejaranistas’, ‘la barra ultra-radical de Martí Batres’?... vaya Usted a saber.

Sin embargo, ha quedado claro, por encuestas y ejercicios diversos, que el único de Morena que puede vencer al PAN, en este caso la candidata impulsada por el gobernador Mendoza Davis, es el actual alcalde de la capital del estado, La Paz, el popular Rubén Muñoz Álvarez.

En una competencia por demás cerrada, hay que decirlo, con la senadora Guadalupe Saldaña Cisneros, el ganador según los sondeos, sería Rubén Muñoz.

Goza de juventud igual que la senadora pero, al final, tiene una gran ventaja sobre la legisladora: es de Morena.

Baja California Sur es uno de los estados donde más alto aprecio tienen el actual Presidente de México y su partido.

Es tan sólo un estado de otros más, cuya situación política habremos de abordar en próximas entregas.

En una afán puramente periodístico y de análisis, se puede resumir que sería francamente un desperdicio que Morena en sus años de consolidación aun, como son estos –hay que decirlo con todas sus letras- pierda el rumbo y ya un puñado de dirigentes se ostenten como los ‘dueños de la franquicia’ en las diferentes entidades.

Algo que ni López Obrador ha mostrado: un afán de dominio absoluto para cerrar el paso en sus apsiraciones a ningún grupo o candidato y favorecer a un sector que ya se consolida como la ‘mafia del poder’ al interior de ese partido.

Y no podría AMLO asumir una postura así… porqué él padeció la segregación política de un sector del PRI-sistema en su tiempo.

Seguramente no está conforme Andrés Manuel con esta lucha intestina por el reparto de las cuotas de poder en el partido.

Por eso y porque los partidos –todos sin excepción- son entidades de interés público, no es deseable que Morena siga los pasos, la ruta que siguieron en su detrimento institucional, tanto el PRI como el PAN.

@pequenialdo