Invariablemente, para los que hoy son precandidatos hay tres formas de comportarse, y no porque sean ladinos o mentirosos, es mera naturaleza humana, son las leyes del marketing político: como precandidato, candidato y finalmente, en caso de ganar, como gobernante. Ni el más pintado o revolucionario en estos tiempos escapa a ello.
¿Cómo hablaba Héctor Yunes antes de ser precandidato? ¿Cómo habla ahora? ¿Cómo hablará investido de candidato? ¿Cómo hablaría si ganara la gubernatura? Sus grados de mensaje crítico al Gobierno actual han sufrido matices antes y después de la etapa en que se encuentra actualmente. El de Soledad de Doblado debe ser cuestionador, duro, incluso irónico con quien lidera Veracruz en este momento, sin embargo, su militancia le impide expresarse como un radical opositor, aunque por dentro quiera hacerlo.
Todo precandidato, si gana la contienda, deja de usar el 65 por ciento del lenguaje que lo llevó a la victoria, estadísticamente comprobado. Si es opositor y gana, deja de ser opositor, por tanto, su posición cambia; si el ganador es del mismo partido en el poder, matizará sus expresiones, la crítica deberá cambiar por disciplina partidista y desembocar así, en hechos que muestren un nuevo sello, aunque sean idénticos los colores.
¿Cómo hablaba Miguel Yunes Linares antes de ser precandidato? ¿Cómo lo hace en esta etapa? ¿Se expresaría con la misma seguridad de encarcelar a medio gabinete saliente en caso de llegar a gobernar? La respuesta es no. La razón es sencilla: el político opositor debe endurecer su discurso casi al grado de querer "golpear" a los que gobiernan, aprovechar el hartazgo del ciudadano, hacerlo superlativo para convertise, idealmente, en un paladín de la justicia.
En el caso de Morena, con Cuitláhuac García, la lógica ciudadana nos lleva a pensar que conservaría la misma tónica incluso sentado en Palacio de Gobierno, por la ideología lopezobradorcista que enarbola, pero tampoco será así en caso de ocurrir. Los problemas no se miran igual desde el Ejecutivo que fuera de él. Los trabajos discursivos y de acciones cambian.
Ahora bien, los candidatos independientes para la gubernatura de Veracruz tienen pasado militante. Estar fuera de los institutos políticos les permite criticar a todos por igual, tanto a sus "ex" como a los de enfrente, sin embargo, les quita el valioso voto duro proveniente de las estructuras del partido. Ellos ya han transitado, en otros momentos, por las 3 etapas: precampaña, campaña y eventual victoria, y no se han salvado de la metamorfosis.
La última encuesta.
Me informan del centro del País que en Veracruz, Héctor Yunes continua superando por 4 puntos porcentuales a su primo hermano de la alianza PAN-PRD. Morena creció en su intención del voto para la gubernatura, pero más hacia las diputaciones locales. La declinación de Gerardo Buganza otorgó 3 puntos más a Juan Bueno. La disputa sigue.