Ya inició 2018 y con él, vienen los deseos de buenaventura. Sin embargo, en la realidad –sobre todo en nuestra realidad mexicana-, el futuro casi nunca se da como anhelamos.

Dicho lo anterior, he aquí 5 predicciones para este año que recién comenzó:

La violencia en el país seguirá a la alza. Desde que en 1997 se inició el conteo de homicidios, 2017 fue el año que ha registrado el mayor número; y la verdad es que hay suficientes indicios para pensar que este 2018, sea igual o más sangriento. Aun cuando ha quedado demostrado que la política gubernamental de combate a la delincuencia organizada ha sido un rotundo fracaso, esta no va a cambiar; de hecho se verá reforzada con la ley de seguridad interior. Adicionalmente, las organizaciones criminales intentarán afianzar o hacerse de territorios, pues debido a los cambios políticos que se darán, los cárteles buscarán mostrar su músculo de la única manera que saben, con violencia.

Andrés Manuel López Obrador ganará la presidencia. Todo indica que el tabasqueño por fin cumplirá su sueño y se convertirá en jefe del ejecutivo. Esto muy a pesar de su acostumbrado y casi innato ejercicio de autodestrucción, así como de la poderosa maquinaria priista que hará de todo para mantener el poder. Lo único que puede hacer que El Peje pierda la elección, es su boca y las dudosas reputaciones de algunos de sus correligionarios. Lo penoso de esto, es que el dueño de MORENA ganará más por la corrupción y hartazgo social que representan el PRI y el PAN, que por ser una real opción de progreso para el país.

Habrá nuevos escándalos de corrupción. La guerra por la presidencia de la república, sumada al término de funciones de algunos gobernadores y presidentes municipales, tendrán como consecuencia, el destape de más actos de corrupción en los que están involucradas figuras políticas de renombre. Revelaciones de llamadas telefónicas privadas, información de propiedades millonarias y relaciones turbias con el crimen organizado, van a dar la nota.

 

La economía mexicana no va a repuntar. Ya durante fin de año pasado se empezaron a mostrar señales, más claras, de la inestabilidad del peso mexicano en relación al dólar. La economía mexicana no es sana, y esto se da principalmente por el hecho de que no cualquier inversionista se atreve a meter su dinero en un país con altos índices de corrupción y violencia imparable. Aunado a lo anterior, el presidente gringo, Donald Trump, ha demostrado ser lo suficientemente imprudente para poner al mundo en vilo, provocando con ello que los mercados internacionales tiemblen a la menor provocación. El discurso neoliberal que nos decía que en materia macroeconómica somos fuertes, ya no es válido; México no es, ni está cercano a ser potencia económica.

 Cuidado con Chiapas. Desde noviembre pasado, se dio a conocer que comunidades indígenas de ese estado se encontraban huyendo de sus poblados debido a la incursión de grupos paramilitares. Hoy, la crisis humanitaria continúa sin que se tome muy en serio el polvorín que representa esa zona del sureste mexicano. Mientras que el gobernador chiapaneco está más interesado en salir bien maquillado y con un bonito manicure en las portadas de las revistas del corazón, en la sierra de Chiapas se está gestando un nuevo Acteal o algo peor.

¿Pesimismo? No, yo le llamo realismo; deseo equivocarme, pero infortunadamente, tengo muchos años con ese deseo malogrado.

Ya veremos.