Finalmente lo que parecía imposible sucedió: la caída de Luis Videgaray. Lo tumbó la indignación por el error Trump. Los argumentos a nadie convencieron. El Presidente lo apoyó hasta donde pudo, pero quedó en claro que al hombre más influyente en el ascenso de Peña y en el ejercicio del poder presidencial, finalmente lo arrolló la equivocación.

La presidencia de Peña y el país pagará muy caro el error. Videgaray actuó con soberbia y sin deparar en los riesgos que implica el desapego a la realidad, a partir de esa soberbia no consultó ni preguntó, simplemente convenció al Presidente de dar un paso que resultó el más desafortunado de su gobierno y con consecuencias desastrosas para el país.

El Presidente le encomendó a Videgaray la defensa de la decisión. Quizá pensó que podría convencer al país como lo convenció a él sobre la necesidad y las bondades del encuentro con el nefasto candidato republicano. Todo salió mal, no solo no convenció, el Presidente tuvo que salir al quite y de paso la señora Clinton le hizo el desdén y anticipó que no vendría a México. Por su parte Trump, el mismo día de la visita, ya en suelo norteamericano, insistió en lo del muro, y en que lo pagarían los mexicanos. También dijo que el Presidente Peña había incumplido el compromiso de secrecía. Además, el repunte de Trump en las intenciones de voto, la prensa mexicana, no la norteamericana, se lo ha adjudicado al encuentro.

La influencia de Luis Videgaray fue arrolladora en el gobierno de Peña en el Estado de México. Peña lo mandó en los dos últimos años de su gobierno a la Cámara de Diputados y allí fue el legislador más poderoso e importante al controlar el presupuesto federal. Después lo envió a coordinar la campaña de Eruviel Avila, que resultó exitosa en extremo. La inercia le hizo ser el coordinador de la campaña de Peña con una autoridad absoluta y con una capacidad para debatir que le ganó el respeto de propios y extraños.

Después, ya en el gobierno, desde la Secretaría de Hacienda no solo tuvo autoridad total en el sector hacendario y financiero, también influyó en designaciones en casi todas las carteras del gabinete. Su preeminencia fue arrolladora, pero la impopularidad del Presidente fue la consecuencia. No había Presidente, había un súper secretario que lo mismo regañaba, removía y designaba.

Hay que recordar que en la campaña presidencial fue clave para que el entonces Presidente Calderón abandonara a Josefina Vázquez Mota y apoyara implícitamente a Peña Nieto. Videgaray cooptó a Alejandra Sota, a quien protegió de escándalos y promovió para tener contratos con el SAT y el gobierno del Estado de México.

Este martes 7, a seis días del cuarto informe de gobierno, Peña Nieto se libera de su alter ego. Su amigo, que le restó todo el poder y prestigio.

Pero no todo está perdido; con el cambio, Peña Nieto recupera autoridad y para ello debe quedar claro que quien castiga, regaña, promueve y premia es él, no un influyente Secretario. La prudencia y mesura de Osorio Chong ahora le valen mucho. Que haya previsto el grave error del encuentro con Trump y su decisión de sacrificarse para que el Presidente tuviera espacio para posponer la visita, lo dejan muy bien ubicado en el ánimo presidencial y en la opinión pública. Le ganó la partida a Videgaray y ahora lo que debe hacer es contribuir a que el Presidente recupere la autoridad que le cedió al Secretario de Hacienda.

José Antonio Meade también gana. Es el funcionario con la mejor carrera en la administración federal. No tiene precedente. Sin embargo, no tiene la cercanía con el PRI y de él muchos priístas de poder tienen el recuerdo de haber hecho el trabajo sucio de Calderón contra los gobernadores del tricolor. Es el candidato de Videgaray y esa es su principal debilidad, como antes fue su fortaleza.

La Secretaria Ruiz Massieu no gana y su posición es frágil. La renuncia en medio de la crisis  fue un error. Se precipitó y dejó claro que su imagen es más importante que su compromiso y lealtad al presidente. Debió manejarse con el cuidado que sí tuvo Osorio. Peña ahora sabe que no es confiable. La Secretaria es útil para no enviar un mensaje que confunda más. Ha hecho creer que tiene vínculos estrechos con la campaña de Clinton, lo que no es cierto. Pocos saben pero Osorio tiene mayor cercanía con Hillary Clinton y ha tenido visitas discretas, en las que siempre ha antepuesto su cuidado al Presidente como mayor interés, como lo puede constatar la asesora para asuntos de Latinoamérica de Hillary Clinton, Julissa Reynoso, ex embajadora de EU en Uruguay.

El Presidente vive la soledad del poder. Hasta hoy entiende que éste, no se comparte ni se delega. El costo de haberlo hecho fue elevadísimo y casi le costó su paso a la historia. Ahora le queda poco tiempo, pero un ejercicio firme y enérgico del poder presidencial es obligado para lo que viene, que es lo más difícil. Meade tiene todo para conducir las finanzas desde la condición de subordinado del Presidente. Osorio ha superado la prueba y la adversidad. Luis Videgaray ya tendrá tiempo de sobra para recuperar su contacto con la realidad. Enrique Peña inicia su Presidencia.