Los adversarios del Presidente Andrés Manuel López Obrador tienen fundados argumentos para cuestionarlo en torno al desabasto de gasolina en algunas zonas del país; y aunque le conceden méritos en la lucha por erradicar o minimizar el llamado huachicoleo y la corrupción en Pemex, argumentan que cortar de tajo el suministro de gasolina en los ductos ha sido un grave error porque, sino se normaliza el abasto en los próximos días, traerá consecuencias serias para la economía de todos.

Eso dicen sus adversarios,  pero muy diferente piensan y sienten sus enemigos: Ellos definitivamente están de plácemes. En sus posicionamientos públicos es fácil inferir que lo que menos les interesa es el saqueo a la nación; el cierre de ductos para combatir el robo de gasolina o que sectores de la población sufran el desabasto de la misma como consecuencias de la medida; no, lo que les interesa es ofrecer la idea de un Presidente incapaz y de un régimen que está metiendo al país por el sendero del desastre.

La mayoría de los medios de comunicación, editorialistas y analistas coinciden en que la estrategia contra el robo de combustible es a fondo y que, ante la infraestructura paralela de ductos y métodos de robo implementada desde dentro de Pemex por cerca de tres lustros, era necesario un combate frontal.

Por supuesto, algunos medios, espacios editoriales y electrónicos muy focalizados, desde siempre enemigos jurados de López Obrador, un día sí y otro también, ponderan y sobredimensionan los efectos colaterales de la medida como el desabasto de combustible. Hacen su tarea no como críticos serios, sino porque de algún modo u otro, sobre todo a través de las oficinas gubernamentales, han sido beneficiarios del saqueo a la nación.

Ellos, los enemigos de López Obrador y del actual régimen, no digieren aún en la derrota electoral y no solo no le conceden en absoluto al Presidente los avances que en materia anticorrupción y austeridad ha aplicado su gobierno, sino que buscan la mínima oportunidad para cuestionarlo y crear atmósferas y escenarios que en su fuero interno desean: Un país sumido en la peor de la crisis y la ingobernabilidad. Algo parecido a Venezuela (su sueño dorado) o a otros países con conflictos internos profundos.

Los opositores políticos de AMLO le cuestionan lo que ellos no fueron capaces de realizar en sus gobiernos y los propagandistas reaccionan enojados cada vez que una cloaca revienta, enfocando su esfuerzo en minimizar cualquier hecho de corrupción cometido por sus patrones.

Es cierto que la población consumidora de combustible y algunas empresas se han visto afectadas en los seis estados donde se ha aplicado la estrategia del cierre de ductos, pero no los es menos que la mayoría de la población apoya la medida a sabiendas que en el corto plazo le traerá beneficios.

De acuerdo a un sondeo publicado en SDP Noticias de una de las encuestadoras más serias del país, De las Heras Demotecnia, el 72 por ciento de los entrevistados está a favor del plan del Presidente López Obrador para combatir el huachicoleo, porque creen que era necesario el cierre de los ductos para combatir este crimen de Estado, cometido principalmente por delincuentes incrustados en la alta burocracia, cuyas ganancias han sido calculadas en poco más de 70 mil millones de pesos al año, cantidad un poco por abajo de las ganancias que genera el narcotráfico.

Ya AMLO ha dado a conocer las diversas formas de saqueo, cómo funciona y la dimensión estratosférica del robo; también ha pedido comprensión y ofrecido disculpas por las molestias ocasionadas ante el desabasto temporal, pero en la medida que la gente ha conocido el tamaño de la cloaca, igualmente ha reaccionado con enojo.

Si en seis Estados del país hay molestia justificada por el desabasto de combustible, en todo México lo que existe es indignación. Ahora lo que la gente pide al Presidente es no solo parar el saqueo, sino la cabeza de los criminales, tanto de los operadores de la infraestructura criminal como de los autores intelectuales.

Presidente López Obrador, el mega robo al país, los ladrones de Pemex, los saqueadores de la nación, los enemigos número uno del pueblo, los que aprovechándose de sus puestos se han hecho inmensamente ricos y, en consecuencia, coadyuvado enormemente al empobrecimiento social, no merecen ni el perdón ni el olvido. Estos criminales lo único que merecen es la cárcel de por vida.