El diario Reforma vuelve a cimbrar a la opinión pública luego de que en su edición de este viernes reportara que el líder petrolero, Carlos Romero Deschamps, tramitó un amparo ante un juez federal para evitar ser detenido.

De acuerdo con lo publicado por el periódico, Romero Deschamps solicitó que sea suspendida cualquier orden de aprehensión que exista en su contra, medida que abarca “a todos los jueces federales de la Ciudad de México, la Policía Federal, la Agencia de Investigación Criminal y la Policía Federal Ministerial”. Nada más le faltó ampararse contra los cobradores de Coppel. ¿Tendrá miedo el cacique petrolero?

Existen desde hace años un sinfín de señalamientos que involucran al todavía líder sindical con el negocio ilícito del robo de combustibles a Pemex, pero ninguna de las denuncias en su contra por huachicoleo ha prosperado jamás, presuntamente por la complicidad de los gobiernos anteriores para quienes Romero fue siempre muy útil.

En medio del combate frontal que ha emprendido el Gobierno de México contra el robo de gasolina, el movimiento táctico del mandamás del sindicato petrolero evidencia la debilidad en la que se encuentra, como sucede con cualquier organización delictiva a la que se golpea donde más le duele: en sus finanzas. Y en una guerra sin cuartel como la que se libra contra el huachicol, la debilidad del enemigo debe aprovecharse para aniquilarlo, sin darle oportunidad a que reagrupe fuerzas.

No habrá momento más propicio que éste para que López Obrador desmantele la red de corrupción y saqueo que durante muchos años ha ordeñado a Pemex. No habrá mejor oportunidad más adelante; la autoridad de un Presidente se afirma desde el inicio de su mandato, nunca a la mitad ni al final del sexenio. AMLO debe dar una señal firme para que todo mundo en la corrupta cúpula petrolera entienda que su tiempo ha terminado.

Por ello decepciona un poco escuchar al Primer mandatario decir, en su conferencia de prensa de esta mañana, no sólo que no hay denuncia alguna contra Romero, sino aventarse la puntada de atribuirle esa información a una “campaña” de los medios, que presuntamente tendría como objetivo perjudicar a su gobierno. ¿Perdóooon?

Se entiende que el Presidente no confirme si es que efectivamente hay alguna denuncia interpuesta contra el ex senador priísta; después de todo, tal como ha explicado sobre el cierre de ductos, una cosa así no se anticipa para no poner sobre aviso al adversario. Pero cuando afirna que “no se puede enjuiciar a nadie si no hay denuncia formal”, la pregunta lógica que nos hacemos es: ¿cuándo va actuar su gobierno en ese sentido? ¿Para cuándo las denuncias contra los saqueadores de Pemex? Porque si bien la mayoría de la población apoya las medidas del gobierno contra los huachicoleros a pesar de las inevitables molestias que ocasiona, cada día que pasa se incrementan las presiones y la exigencia de que haya resultados más allá de la disminución de las pipas robadas. Es imperativo descabezar al pulpo huachicolero, uno de cuyos tentáculos es Romero Deschamps y toda la estructura podrida del STPRM, cuyos 36 secretarios seccionales deberían ir a la cárcel junto con él.

Lo expresé en este mismo espacio hace algunos días, y lo reitero hoy sumándome al reclamo de buena parte de la sociedad: no cabe el “amor y paz” cuando de lo que se trata es de limpiar a México de corrupción. Romero Deschamps no debe quedar impune. El momento es ahora; ¿qué espera, señor Presidente?

¿Qué opina usted, amigo lector?