El suicidio corresponde a una conducta humana de consecuencias devastadoras. En este sentido es un problema de salud mundial que se coloca ya en una de las primeras 10 causas de muerte en general. El suicidio no es un problema individual, sino que también afecta la esfera social de las victimas extendiendo el sufrimiento hacia sus familiares y amigos. Corresponde a un problema con consecuencias sociales y de salud, en donde el estrés, la angustia y la depresión son el precio a pagar de los sobrevivientes.

El 10 de septiembre se estableció como el día mundial para la prevención del suicidio, tratando de fomentar el compromiso y las medidas para evitarlo. Cada día alrededor de 3 mil personas en todo el mundo ponen fin a sus vidas, y al menos 20 personas intentan suicidarse por cada una que lo consigue. En 2017 en USA, se estimó que, de la población adulta de mayores de 18 años, 4% (9.8 millones) han cursado con ideas suicidas en algún momento de su vida.

Existen varias enfermedades que incrementan el riesgo de suicidio como la depresión y el trastorno bipolar. En el caso particular del trastorno bipolar, el riesgo de suicidio se incrementa hasta en un 20 o 30 % comparado con el riesgo que existe en la población general. Otro dato de altísima importancia es que los hombres completan el suicidio tres veces más que las mujeres. En estos términos, la depresión, el trastorno bipolar y ser hombre, son factores de riesgo muy significativos. Cuando una persona cuente con pensamientos suicidas y los comunique a alguien más, se deben de extremar los cuidados, la vigilancia y acudir a la brevedad a una institución de atención médico psiquiátrica para establecer un diagnostico y tratamiento adecuado.

Las ideas suicidas pueden aparecer de muchas formas, sin que ninguna de ellas sea menos riesgosa que la otra. En algunas personas las ideas pueden preceder al intento suicida y en otras pueden aparecer progresivamente, con lentitud y a lo largo de la vida. Es decir, puede ser algo súbito, que aparece sin previo aviso, por ejemplo, no contar con más de diez minutos entre la idea y el intento, o puede gestarse en la mente por un lago periodo de tiempo de varias semanas o meses. En este último caso, es común que las personas comuniquen sus ideas a gente cercana y en varias ocasiones, no así en el primero, haciéndolo aun más peligroso. Los expertos en el estudio de este tema han identificado que una vez que aparece la idea puede progresar a una planeación, que posteriormente puede ponerse en acción, que, en caso de completarse, de paso al suicidio.

Es muy importante enfatizar que el riesgo de suicidio NO es algo que el propio paciente puede prevenir. No es posible que el paciente elimine los pensamientos que le aquejan solo con voluntad. Hoy día los estudios neurofisiológicos han mostrado que, en estas circunstancias, hay cambios en el funcionamiento de la corteza cerebral, a partir de un aumento de la actividad de la corteza frontal. Esto pone de manifiesto la complejidad del problema y la necesidad de un manejo multidisciplinario e integral que permita reducir el riesgo del paciente.

En términos del suicidio se hace imperativo el poder contar con un buen sistema de apoyo médico, social y familiar para detectar a tiempo a las personas que se encuentran en riesgo y bríndales la atención oportuna y necesaria. Ante cualquier duda no hay tiempo que perder en acudir a una institución de atención médico psiquiátrica de urgencia.